jueves 14 de octubre de 2010, 22:41h
La oligarquía financiera no ha entrado en crisis, sino al contrario: florece. La clase oligárquica anterior, la del terrateniente, el rico, el noble, el juez, el alcalde, el cura, la dama de alta cuna y baja cama, cedió ante la nueva clase financiera que le usurpó el trono. La nueva oligarquía financiera aprovechó el advenimiento de la velocidad artificial, e imprimió ligereza al dinero, lo hizo volátil, fácil de transportar, virtual, etéreo, grácil, en fin. La oligarquía vieja de polla negra, que viajaba con sus barcos, sus coches y sus aviones lastrados de tesoros, sucumbió en su “noche triste” por el peso de los cofres, como los hombres de Cortés. Ahora, la nueva oligarquía financiera ha usufructuado la “crisis” para obtener liquidez, a través de los gobiernos lacayos que han puesto los ahorros de los súbditos a su disposición.
A la nueva oligarquía financiera le da risa la huelga general y hasta se ríen de los dirigentes sindicales. Éstos no son fashion, carecen de estética, arengan en lugar de hablar, y andan en olor de multitud que no en loor. El ciclo del “gran capitalismo”, como lo llama Touraine, se reinicia aplicando “austeridad” a los oprimidos, para que paguen por sus ganancias bajo la falsa premisa de que “el salario es ganancia”. ¿Qué hacen mientras tanto los súbditos? Creen que entienden bien la vida cotidiana mientras no les pidan una definición. Alelados por el pensamiento único, que es el pensamiento débil, a falta de líderes van diciendo por ahí: “Tengo cien amigos en Facebook”. No es que sean tarados, sino que el concepto de amistad también parece haber cambiado, y no digo el del liderazgo. Yo he vivido algo así como dos vidas en una, y tengo nada más que una docena de amigos. Mi concepto de la amistad es previo a la velocidad artificial, y cualquier añoso podrá entenderlo. La amistad que uno concibe viene del compañerismo y del abrazo, mientras que la amistad de los cien amigos de Facebook viene del teclado. En estas estamos, con los trabajadores buscando amigos virtuales como Roberto Carlos, a falta de líderes reales que tengan algo que decir, más allá de vocear la cantinela de la oligarquía financiera: “Hay que reactivar el consumo”. Claro, quieren regresar al hiperconsumo para saquear de nuevo a manos llenas.
Como decía Sartre, “No basta con nacer burgués. Hay que vivir la vida como un burgués”, claro, y los tontos, que viven como tontos, y los pobres que viven como pobres. Huelga la filosofía para darse cuenta de que el líder es el poder financiero que detenta la nueva oligarquía financiera. Es un líder virtual, sin cara y ojos, que mantiene los peligros a distancia, a los obreros que marchan, a los parados, a los arruinados, y a la prensa crítica que es considerada defectuosa. No hay nada nuevo, nada revolucionario, nada que produzca certidumbre, sino sólo precarización. La oligarquía financiera ha elevado la codicia a la categoría de las bellas artes, como hizo De Quincey con el asesinato.
Eduardo Keudell. Periodista y escritor.