En declaraciones a la prensa tras mantener una conversación telefónica con Correa, el presidente de la Asamblea Nacional ecuatoriana dijo que el jefe de Estado de su país estuvo ayer "a punto de ser muerto", aunque seguramente su intención y su espontaneidad fue lo que le salvó.
Correa cambió el "guión" cuando "seguramente el ataúd estaba comprado", relató Cordero.
Tras lamentar que el motín se saldara con un muerto y 70 heridos, el político ecuatoriano informó de que se va a mantener el estado de sitio en Ecuador y que la Policía está ya cumpliendo lo que siempre debió hacer, es decir, cuidar los bienes, las vidas y la circulación en todas las ciudades.
Lo más importante ahora, advirtió, es descubrir quiénes fueron los autores intelectuales de unos hechos "planificados" y en los que no hubo "nada espontáneo", subrayó.
Pidió a los medios de comunicación que transmitieran "serenidad" a los ecuatorianos, porque el país está "en paz".
"Ojalá esto sea para siempre" y que la conspiración "haya sido derrotada del todo", agregó.
"Creo que les dimos un buen golpe", destacó Cordero, a la vez que confió en la capacidad de la Fiscalía de Ecuador para hacer una investigación "suficientemente serena, pero suficientemente radical también", para dar con los cómplices.
"Los propios policías nos podrán contar. Ya lo han empezado a hacer", señaló Cordero, quien insistió en que la Policía estaba desinformada y fue "usada".
Precisó que muchas operaciones de inteligencia se hicieron simultáneamente, como la desconexión de antenas de satélite, seguramente para atentar contra la libertad de información, dijo.
Aseveró que se borraron todas las imágenes, "creyendo que no tenemos réplicas", para "hurtar pruebas" e insistió en que "muchas cosas se verán en las próximas horas".
Cordero dijo que regresará cuanto antes a Ecuador, donde todas las fuerzas democráticas están "concurrentemente unidas" y "no han dudado ni un minuto en salir a respaldar" la democracia.
El político ecuatoriano resaltó los pronunciamientos internacionales en contra del golpe, incluido Estados Unidos, que fue uno de los primeros en condenar la rebelión.
"Son otras épocas" en la política y, para Ecuador, significa que realmente está en un "cambio", con el pueblo ecuatoriano en las calles defendiendo al presidente, exactamente lo contrario de lo que había pasado en los diez años anteriores, afirmó.