"De nada en exceso" recomendaban en Delfos y ésa parece la máxima que ha hecho suya
Mariano Rajoy, líder de la oposición. Todos los días sale a escena algún dirigente regional de su partido proponiendo algo -la última ha sido
Esperanza Aguirre, que quiere una Ley de Huelga- y en menos de diez horas,
Cristóbal Montoro, que últimamente está de pie junto a la oreja de Rajoy ha salido para decir que hay otras prioridades. Vamos, que ahora no toca meterse en más líos con los sindicatos.
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Tampoco Rajoy ha entrado en el registro abierto por
Camps y
Núñez Feijoo cuando, vista la sentencia del "Estatut", reclaman para sus respectivas comunidades autónomas el mismo trato económico que prodiga Zapatero a Cataluña.
Aunque exaspera a algunos de los suyos con su táctica de colocarse de perfil ante la agenda de los días cuestiones, no es difícil avizorar que más allá de su conocida esencia galaica -Tácito decía que el carácter es el destino-, esa forma de administrar los tiempos está relacionada con las encuestas. Con los sondeos que punto arriba, punto abajo, otorgan gran ventaja al PP respecto del PSOE. Rozando la mayoría absoluta.
¿Qué quiere decir esto? Pues que Rajoy es consciente de que para llegar a La Moncloa, va a necesitar, además de los incondicionales del PP, a la gente de centro y esos son votos asociados a la moderación. Después, sí falta algún escaño, parece que entra en sus planes aprender catalán. En resumen: no quiere líos.
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No(
