Sólo faltaban los de siempre:
Llamazares y compañía. También algunos diputados socialistas, pero tan tampoco es que se prodiguen demasiado en otras sesiones de control sin huelga. Una diputada del PSOE llegó tarde –ya había terminado el rifirrafe de costumbre entre
Zapatero y
Rajoy-, lo hizo acalorada, corriendo, casi extenuada. La huelga, claro, porque los piquetes habían logrado convertir a Madrid en un caos circulatorio.
Tampoco muchos funcionarios secundaron el paro general. Las Cortes abrieron de par en par, como siempre, con casi la misma cantidad de funcionarios, asesores y eventuales y con los leones de la entrada con una mirada más cínica que de costumbre. Ni siquiera se dejaban ver los de la UIP que, sin duda, permanecían agazapados en los alrededores. No hacía falta: ni los huelguistas ni los piquetes llegaban, por el momento, a la Plaza de Neptuno, desde donde se enfila la Carrera de San Jerónimo. Todo era paz y armonía fuera; todo eran cuchilladas parlamentarias dentro. Como cualquier día normal, como siempre.
En el hemiciclo la huelga sólo se dejaba sentir por algunas palabras de unos y de otros, arrojadas, claro, como armas contra el enemigo político. El catalanista
Durán i LLeida, por ejemplo, que abrió el fuego parlamentario en la sesión de control al presidente del Gobierno, le mandaba a Zapatero un mensaje político meridianamente claro: “Señor presidente, una huelga general no tiene éxito si no consigue modificar las políticas del Gobierno, y eso es lo que espera este Grupo Parlamentario”, para añadir: “No juegue con las pensiones para congraciarse con los sindicatos”. No hacían falta más comentarios. Zapatero asentía, y respondía luego: “Estamos de acuerdo con el procedimiento para la reforma de las pensiones”. Es decir, que digan lo que digan
Méndez y
Toxo, y hagan lo que hagan Toxo y Méndez, el Gobierno seguirá adelante con las reformas emprendidas.
Por si no quedó claro, Zapatero, con un lleno superior al habitual, respondía luego, a la pregunta de Mariano Rajoy, que el Gobierno ha emprendido unas reformas y las va a desarrollar: políticas de empleo, laboral y sistema de pensiones, donde “el Pacto de Toledo trabaja sobre el informe enviado por el Gobierno”. Pero el popular le enfrió el ánimo con su (esta_vez_no_tan)fina ironía gallega: “Hace una reforma laboral, le hacen una huelga general y encima dice que va a haber más paro el año que viene”, acompañado el cóctel, claro, de menos inversión en infraestructuras y de rebajas en las mejoras sociales. Sólo le faltó decir: “Pero, ¿está usted loco?”. Los leones seguían sonriendo y Atocha seguía cortada.
Im-presentable: El Congreso, ni pío sobre la huelga
Sólo 6 diputados secundaron 'oficialmente' la huelga