Ocho y media de la tarde. Atardece. La puesta de sol marca el arranque de una noche que será muy larga para miles de madrileños. Y es ese atardecer, precisamente, la primera excusa que el colectivo Basurama ofrece a los madrileños "para que reflexionen sobre el entorno urbano".
El Parque de San Isidro, el Puente de Toledo, la cornisa del Palacio Real, el Templo de Debod o la explanada de Puente del Rey han sido algunos de los escenarios en los que se ha concentrado mayor número de visitantes. La actividad 'Atardeceres de Madrid' se convertía así en uno de los puntos clave del nuevo proyecto de la Noche en Blanco, que este año ha apostado por un ocio no consumista, basado en la reutilización de los recursos existentes y el redescubrimiento de la ciudad.
La otra inauguración de la noche, la oficial, se producía poco tiempo después en la Galería de Cristal del Palacio de Cibeles, donde se podía disfrutar de un arco iris doble. "Esta noche, los auténticos protagonistas son los madrileños. Confíamos en que se vuelquen en las calles", subrayaba el alcalde de Madrid,
Alberto Ruiz Gallardón, durante un acto en el que ha estado acompañado de la delegada de Las Artes,
Alicia Moreno, el director de 'La Noche en Blanco',
Pablo Berástegui, y el ciudadano elegido 'madrileño del año',
Alberto Santander Martínez.
Y los madrileños lo hicieron. En total, Protección Civil calcula una afluencia próxima a las 717.000 personas. Las calles se habían cortado desde las cuatro de la tarde y antes de las nueve y media ya empezaban a poblarse de una marea de 'insomnes'. En la centenaria Gran Vía, una de las protagonistas de la noche, una 'Gran Obra' convivía con una zona de juegos infantiles -grúa columpio, cestocolumpios...- hechos a base de materiales reciclados. La instalación incluía un espectacular 'tobogan kamikaze' que tuvo que ser cerrado antes de medianoche porque, haciendo honor a su nombre, se habían producido dos accidentes.
Once de la noche. La masa de visitantes cubre por completo el asfalto que une la Gran Vía con la plaza de Cibeles. Junto a la diosa, una pareja baila al ritmo de los Beatles. Se trata de Juan y Esther, dos madrileños que han querido asomarse a 'La Noche en Blanco' junto a su hija Rebeca y unos amigos. "Estamos encantados -confiesa Juan-. Debería hacerse con más frecuencia".
Ese pensamiento planea por la cabeza de la mayoría de insomnes que, armados de una paciencia infinita, hacen colas de más de una hora y media para entrar a museos, galerías y exposiciones.
La RAE abre por segunda vez en su historia
Uno de los edificios que más se ha visto sorprendido por esa avalancha de curiosos ha sido la sede de la Real Academia Española de la Lengua. "Hemos hecho más de dos horas y media de cola para entrar", confiesan, ya dentro,
Silvia Amezcua y
Nygil Murrell. "La gente está demostrando que le interesa la cultura", subraya Silvia justo antes de entrar al Salón de Plenos de los académicos.
Junto a ellos, una mujer busca emocionada el perchero de
Ana María Matute. Tiene aspecto de extranjera. Sin embargo, conoce más sobre literatura española que cualquiera de los que la acompañan en la visita. "Mi nombre es
Linda Willem, y soy secretaria de la Asociación Internacional Galdosista. He visitado su casa varias veces, pero esta noche he tenido la oportunidad de ver el sillón en el que se sentaba". Entusiasmada, abandona el Salón de Plenos y se dirige a la biblioteca de Dámaso Alonso acompañada de su marido y de Soledad Carbajal, a quien ha conocido en la larga cola antes de entrar a la Academia.
"Son cerca de las diez y media y ya hemos tenido más de mil visitantes", calcula uno de los miembros de la organización. No es de extrañar. Es la segunda vez en la historia de la Academia que la institución abre sus puertas al público. La primera fue en el año 1992, con motivo del quinto centenario del descubrimiento de América.
Los melómanos, mientras, tienen una cita obligada en distintos puntos de la ciudad. La Plaza de Chamberí y la de Agustín de Lara en Lavapiés, el Parque del Oeste, la FNAC de Callao, el Colegio Mayor San Juan Evangelista o los alrededores del Palacio Real son sólo algunos de ellos.
La Compañía Nacional de Danza ensaya ante el público en el Matadero -donde también hay juegos para los más pequeños- mientras que en el Ateneo se ha programado la obra 'La vida es un juego, el juego es un baile'.
Las exposiciones 'Imágenes de un siglo: una mirada a la historia y a la vida cotidiana' en el Real Jardín Botánico; 'Helen Levitt' en el Museo de Colecciones Ico y 'Madrid Oh cielos!' en el Círculo de Bellas Artes centran la atención de los amantes de la fotografía.
En la Plaza de Colón, el protagonista es el cortometraje y en el Cine Doré y en la Plaza Vázquez de Mella se rinde homenaje, respectivamente, a dos iconos de la cultura de masas: Charlot y Super Mario Bross.
Batalla de pelotas en Dos de Mayo
Son casi las doce de la noche cuando aparecen los primeros insomnes críticos con 'La Noche en Blanco'. Críticos, pero adictos. Se trata de Waldemar y Eliana, dos uruguayos que llevan seis años afincados en Madrid y que no han faltado a una sola cita con 'La Noche en Blanco'. "Creo que cada año está un poco peor", lamenta Eliana.
La crisis, casi olvidada por unas horas, vuelve a hacer acto de presencia. "Si no hay, no hay, eso está claro, pero se pueden hacer otras cosas sin necesidad de gastar mucho dinero", insiste Eliana, a quien todavía sorprende que haya colas de más de una hora para entrar al Museo del Prado o al Thyssen. "Yo no me como una cola como esa cuando puedo entrar cada día", concluye.
Mientras, la plaza del Dos de Mayo se ha convertido en una batalla campal. Una batalla de pelotas. De pelotas de playa. Cerca de 16.000 personas, según Protección Civil, siguen las indicaciones del colectivo Basurama y, aún sin ser conscientes de ello, reiventan sus relaciones con la ciudad.
Pasan las horas. Apenas quedan unas horas para el final de la quinta edición de 'La Noche en Blanco'. Será en la plaza de la Independencia, con un desayuno al amanecer en El Retiro. Para entonces, la legión de insomnes habrá sufrido cientos de bajas, pero muchos de ellos seguirán fieles a la consigna de esta noche especial: Esta noche no se duerme.