Lo siento, jefe Jáuregui, pero por mucho que te empeñes no me vas a quitar la idea de la cabeza de que este curso ha empezado con muy mal rollito. Tú me dirás si no cuando los dos únicos líderes de masas que tenemos lo inauguran huyendo de sus partidarios. Zapatero no ha encontrado sitio más cercano que China para no escuchar las críticas de sus seguidores ugetistas de Rodiezmo. Y Rajoy ha decidido marcharse a su Santiago a dar un abrazo al Apóstol para evitar que le abracen a él sus correligionarios valencianos, excesivamente obsequiosos, al parecer, demasiado dados -al menos algunos- a los regalitos caros.
Así no hay quien se entusiasme con la vuelta al cole. Nada que ver con el regocijo y la euforia que insuflaban en nuestros corazones aquellos dominós de Quintanilla de Onésimo (Redondo). Acuérdate que Aznar parecía aumentar su tabla de ejercicios de abdominales en los días posteriores al evento, porque era para engordar de placer la sola contemplación de las bofetadas entre los suyos para acercarse a la mesa del bar en la que se jugaba tan trascendental partida inaugural.
En cambio solo se observa frugalidad y recogimiento en esta nueva liturgia de ahora del PP. Hay un cierto tufillo a rancio nacional catolicismo cuando Rajoy ofrece al Apóstol Santiago su “compromiso y su fe indeclinable en el porvenir de la nación” al pié del altar ante la atenta, aquiescente y se supone que devota mirada de los miembros de su Comité Ejecutivo Nacional. Si te olvidas de algunas de sus actuaciones anteriores y los ves así de formalitos tal parece la santa oposición que se arrimara a los ángeles.
En cambio a Zapatero parece que se lo llevan los demonios en estos días de peleas entre sus chicos para hacerse con una candidatura por Madrid, en la que, pase lo que pase, él saldrá malparado: si gana Tomás Gómez se considerará un bofetón a Zapatero porque el proponía a Trini Jiménez; si gana Trini se entenderá que la presión de Moncloa ha doblegado la voluntad de la militancia. Y ya me dirán además que hacen con Tomás Gómez. Y si al presidente no le custodian los demonios, en estos que son los peores momentos en su valoración política, al menos si cabe suponer que sigue inmerso en lo más profundo del purgatorio. ¿Cómo conformarse, jefe Jáuregui, cuando la única idea de cambio que parece avecinarse en Moncloa, pese a la que nos está cayendo, es la del relevo del ministro Corbacho? Mal rollito, que te lo digo yo.
(Para colmo de males vuelven a aparecer en el inframundo los entxapelados de ETA, con nuevas capuchas de raso color marfil pero con la misma estulticia asesina y con idéntica parafernalia y discurso fascista: ese en el que parece que han decidido perdonarnos la vida un rato para ver si así aprendemos por fin su democracia, que si no nos la tendrán que hacer tragar a golpes de terror. ¿Se enterarán algún día que más que miedo lo que nos dan es asco? Estos sí, de verdad, que se vayan al infierno).
Si (
No(
