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Anda que si me sacan a mí en las cosas esas del mariconerío de revista, que, por lo visto, les debe poner muchísimo a los políticos, a casi todos ellos, porque se despiporran por salir en la portada de la revista Zero, que viene a ser algo asín como la Hoja Parroquial de los que Dan y los que Toman. Y, si no, que se lo pregunten a José María Ruiz-Gallardón, el alcalde de Madrid, un tío que tiene madera de leñador, que casi nos entran ganas de darle un homenaje y hacerlo socio de honor del Sindicato de Promotores. Se empieza haciendo que corten 711 árboles (¿p’a qué tan arbolerío en el Paseo del Prado, si todo el mundo va en coche con aire acondicionado?, digo yo) y, luego se van ascendiendo peldaños, para llegar a poner asfalto hasta en los leones de la Cibeles.
Claro que al Gallardón (que le tengo que preguntar yo que, si ahora que ha hecho los túneles, podremos construir bloques encima de ellos) le jodieron ayer por las patas de atrás. ¡Hombre, coño, que eso no se hace!. Si está muy bien, un poner o un quitar, que el Miguel Sebastián, que es socialista y, por lo menos, llegará a concejal del Ayuntamiento madrileño, le preguntase por las cuentas de los túneles, y hasta cuánto le pagaron a la Pantoja por cantar el día de San Isidro en la Plaza Mayor de Madrid. Incluso si, por un casual (no caerá esa breva, no) si piensa declarar edificable la Pradera de San Isidro. Hasta aquí todo bien. Un socialista que quiere, en la tele, ponérselo difícil a un tío del Partido Popular. Pero, como decía mi suegro, el padre de la Mati, mi señora, ¿qué tendrán que ver los cojones con el comer trigo? Nada, claro. Y eso de sacarle el Sebastián al Gallardón sus conocimientos, como que queda fatal. Que bastante hay con lo de la vivienda, como para andar con la entrepierna, allá por el rodal que está a una cuarta abajo del ombligo, donde los colgajos.
Un señor, Ruiz-Gallardón, cuando le mentaron, agitando una revista, un conocimiento privado. No dijo ni “mú”. ¿P’a qué, si aluego todo se sabe?. Pero algo raro hay, cuando el Manuel Calvo, que es como el vicealcalde de Madrid, le dijo al Sebastián que calladito estaba más guapo, que ellos también sabían mucho de los conocimientos personales suyos, pero que no lo andaban largando por ahí, como si anduvieran por todas las barras de los bares de Chueca. Ni falta que hace... ¿O sí?.
Porque quizá un conocimiento, ese conocimiento de Gallardón esté empapelado en la Operación Malaya, pero tampoco es como para ponerse así, como de los nervios de gato que araña, meterse a tirar con bala. Claro que mejor que se pusieran a hablar de esas cosas los dos políticos, que así han dejao el tema del urbanismo en paz. Que yo tengo mis aspiraciones y me gustaría meterme a hacer unos cuantos bloques en Madrid.
Pero en la capital, como que no hay manera. Los bloques nuevos –y no digamos los edificios grandes, como los de la Ciudad Deportiva del Real Madrid—son para las grandes constructoras. Eso de entrada. Luego, si sabes hacértelo, como que aún puedes pillar la subcontrata de la segunda subcontrata. Y eso que, por consejo de la Mati, mi señora, ya habemos entrado en Madrid, con la cosa esa de las rehabilitaciones. Al principio fueron osillas de nada. P’a tener ocupados a algunos albañiles. Pero, desde hace nueve años, conseguí comprarme seis casas de pisos, en la zona de Chueca. Me costó una buena porrada de euros el sacar a los dos últimos inquilinos. Y no es que les pagase a ellos, pero sí a los abogados especialistas, que chupan más que el conde Drácula en noche de luna llena. Que si te descuidas, ya te han levantado un par de millones de euros.
Una cosa es que uno tenga como vecinos a esos tíos –gays que les dice-- que se van con tíos, así, a cara descubierta. Resulta inmoral y muy mal ejemplo para tus hijos. Aunque, bien mirao, eso de que se ajunten todos en el mismo barrio, como que te da un respiro. Pero, el gayerío y la bollería, como clientes de apartamentos, pisos y locales comerciales, son el recopón de buenos. Vamos, que pagan mejor que cualquier matrimonio con dos niños y sin tantas historias de ayudas a la vivienda social. ¡Lástima que en Chueca, aquí, en Madrid, no haya más casas para rehabilitar!.
Yo, del Pocero, es que entre Seseña y Ocaña, me saco de la manga una Ciudad de los Mariquitas y las Bolleras que me forro. Que por lo visto es una clase de personal que va a más. Y hay que tener visión de futuro. Y, en lugar de campo de golf, les meto meda docena de saunas comunitarias con cuarto oscuro y, si se empeñan, hasta les lleno los trasteros de armarios, para que entren y salgan de ellos a voluntad. Que ya están acostumbrados.