martes 27 de julio de 2010, 12:23h
Nos contaban en la Facultad de Ciencias de la Información que lo que de verdad les gusta a los ciudadanos es el morbo, son las malas noticias. Que los americanos, tan ilusos ellos, sacaron a la calle en el primer tercio del pasado siglo un rotativo titulado "Good News" que, como su propio nombre indica, solo recogía buenas noticias y obviaba las malas. Como es lógico duró menos que un caramelo en la puerta de un colegio. Ahora, en Internet, hay una especie de blog venezolano que también lleva por nombre "Diario Buenas Noticias" y al que le deseo la mejor de las suertes. Lo cierto es que nos hemos acostumbrado a ver los telediarios, oir los informativos de la radio y leer los periódicos cargados de desastres en todas partes del mundo, desastres naturales (huracanes, terremotos. sequías e inundaciones), artificiales (terrorismo, guerras, enfermedades, pandemias, accidentes de aviones o tren, masacres, trágicas avalanchas, asesinatos, violencia de género, tráfico de drogas), políticas (golpes de Estado, abuso de las dictaduras, medidas impopulares, crímenes contra la humanidad) o económicas (hambre, crisis, desempleo, cierre de empresas, cracks bursátiles, contaminación) y es raro el día en el que las "buenas noticias" pesen lo suficiente para hacer que la balanza se incline hacia la sonrisa o la satisfacción.
Esta semana, sin embargo, ha habido varios días en Andalucía en los que la mayoría de las informaciones entraban en el apartado de las "buenas noticias". Si este mes de julio ha sido excepcional para el deporte español con la consecución del Campeonato del Mundo de Fútbol, Wimblendon y el Tour de Francia, entre otras gestas, la semana ha tenido un jornada también excepcionalmente buena en nuestra comunidad. Fue el lunes, día 26 de julio, festividad de San Joaquín y Santa Ana, un día en el que las "buenas noticias" eclipsaron a las habitualmente malas. El presidente de la Junta, Griñán llamadme Pepe, firmaba con la ministra de Cultura, Ángeles González Sinde, el acuerdo de ampliación del Museo de Bellas Artes de Sevilla con la incorporación al mísmo del Palacio de Monsalves, algo inaudito en estos días de recortes por parte del Gobierno. La familia Obama confirmaba que pasaría parte de sus vacaciones de verano en un lujoso hotel de la Costa del Sol y, aunque el presidente de USA, no les acompañe, es evidente que esta visita va a suponer un importante impulso a nuestro deteriorado sector turístico. El presidente de la BBK, Mario Fernández, también se reunió con Griñán llamadme Pepe, y se comprometió a mantener la vinculación territorial de CajaSur con Andalucía, a continuar con la obra social y a consensuar el empleo. Lo que, como promesa, no está mal. También comenzó el lunes la Semana de Andalucía en la Exposición Universal de Shangai y, como corresponde con estas fechas, el Valle del Guadalquivir entró en alerta naranja por el calor, alcanzando los 40 grados hasta el viernes. No, no me digan que el calor en julio y agosto es malo. Lo malo sería estar pasando frío en estas fechas. Como dijo en Galicia el abuelo del ex presidente de la Junta, José Rodríguez de la Borbolla, cuando le comunicaron que en Sevilla se habían alcanzado los 42 grados, "lo que me estoy perdiendo". Todo un rosario de excelentes noticias empañado sólo por algún suceso trágico.
Acostumbrados como nos tienen a observar impasibles como un día sí y otro también nos suben los impuestos, nos recortan los sueldos o nos congelan las pensiones, no viene nada mal encontrarse de vez en cuando con una jornada feliz. Pero no nos engañemos. Es una ilusión demasiado pasajera. No creo que esta feliz coincidencia vuelva a suceder hasta dentro de mucho tiempo. Los andaluces estamos acostumbrados a las malas noticias y ya verán como antes de que se vayan de vacaciones, Griñán llamadme Pepe, y sus consejeros vuelven a darnos algún que otro disgusto. Al tiempo.