El titular de Exteriores,
Miguel Ángel Moratinos, tiene prevista una gran remodelación en su departamento, de tal manera que
Juan Pablo de la Iglesia se perfila como el auténtico número dos del Ministerio. Moratinos quiere una reforma total que afectaría al Organigrama establecido por el Real Decreto 1124/2008, suprimiendo Secretarías de Estado -dentro del plan de ahorro de la administración- y procediendo a un auténtico baile de embajadores, tal y
como ya anunció Diariocrítico el pasado 23 de junio.
Sin embargo, de los planes iniciales de Moratinos a lo que finalmente lleve este viernes al Consejo de Ministros media un auténtico abismo. En sus planes iniciales, Moratinos tenía previsto suprimir la Secretaría de Estado para la Unión Europea, que ocupa desde abril de 2008 el que fuera portavoz del Grupo Parlamentario Socialista,
Diego López Garrido, y, también, la Secretaría de Estado de Cooperación Internacional que dirige
Soraya Rodríguez.
Según esos planes iniciales, las funciones de ambas estructuras pasarían a incorporarse a la Secretaría de Estado para Iberoamérica que dirige Juan Pablo de Laiglesia, el hombre que se apuntó un gran tanto con la cumbre iberoamericana celebrada en Madrid y quien se convertiría en el auténtico número dos del Ministerio. Esos planes iniciales incluían que Moratinos mantendría intacta la estructura de la Secretaría de Estado de Asuntos Exteriores que dirige
Ángel Lossada.
Sin embargo, Moratinos ha recibido numerosas presiones de La Moncloa para mantener a López Garrido en la Secretaría de Estado para la UE, lo que ha complicado sus planes para reducir la estructura del servicio exterior. Paralelamente, también ha recibido múltiples presiones desde el Partido Socialista para mantener a Soraya Rodríguez en Cooperación Internacional.
Así las cosas, Moratinos, que ha tenido que ceder necesariamente a tanta presión, planea ahora dejar a López Garrido en su puesto, lo mismo que a Soraya Rodríguez en el suyo, pero incorporar a la Secretaría de Estado de Iberoamérica de De la Iglesia la de Asuntos Exteriores, dada la enfermedad de Ángel Lossada, quien se recupera en un hospital de Madrid del aneurisma cerebral que sufrió el pasado 23 de abril.
Así la remodelación inicial -supresión de dos de las cuatro Secretarías de Estado- quedaría contenida en una sola reducción, aunque suprimiendo determinadas Secretarías Generales -como la de la Unión Europea- y algunas direcciones generales. En todo caso, Juan Pablo de Laiglesia seguiría perfilándose como el número dos del Ministerio.
La Secretaría de Estado para Iberoamérica que dirige De Laiglesia se creó en septiembre de 2006 por el interés de Rodríguez Zapatero de potenciar la presencia en esta región, una de las áreas prioritarias para España. La primera responsable de esta oficina fue
Trinidad Jiménez, que cedió el puesto a De Laiglesia en abril de 2009.
Según fuentes diplomáticas, esta profunda remodelación responde a la necesidad de adaptar el Ministerio a las nuevas pautas del Tratado de Lisboa, que entre otros aspectos, crea el Servicio Europeo de Acción Exterior, el futuro cuerpo diplomático de la UE. También se pretende acomodar este organigrama a la futura Ley de Servicio Exterior, uno de los objetivos de Moratinos para esta legislatura, con la que se adaptará la acción diplomática española a los retos del siglo XXI.
Baile de embajadores
La remodelación que Moratinos tiene previsto llevar este viernes al Consejo de Ministros -no quiere decir que se apruebe este 23 de julio, pero se verá- incluye un auténtico 'baile' de embajadores, algunos de los cuales ya fueron anunciados por este diario.
Por ejemplo, queda vacante la embajada de España en Portugal, cuyo titular actual,
Alberto Navarro, pasará a la de España en Marruecos, en Rabat, sustituyendo a Luis Planas. Planas fue diputado socialista por Córdoba y su nombre, curiosamente, sonó con mucha insistencia en julio de 2009 para sustituir a
Alberto Saiz como director del Centro Nacional de Inteligencia (CNI), cargo que finalmente recayó en el general Félix Sanz Roldán.
Los cambios de Moratinos también afectarán a la Representación Permanente de España ante la Unión Europea, que dirige desde septiembre de 2002
Carlos Bastarreche y cuyo puesto será ocupado por
Luis Planas tras su paso por Rabat. El ‘baile’ de embajadas afectará igualmente a nuestra representación diplomática en París y ante la Santa Sede, cuyo titular en este último caso,
Paco Vázquez, antiguo alcalde de La Coruña, pugna por un destino en Madrid.