Reformar, ya mismo, la ley electoral
miércoles 16 de mayo de 2007, 12:41h
Menuda campaña electoral: ha salido de todo, desde Intermoney hasta determinadas corruptelas urbanísticas (que no todas, claro). Desde los cayucos hasta la famosa Acción Nacionalista Vasca y sus listas, contaminadas y sin contaminar. Desde la gorra de chulapo de Miguel Sebastián hasta las ‘cartas al director’ de Manuel Conthe, que prosigue su ‘vendetta’. Los viejos demonios familiares se han dado cita nuevamente en una campaña en la que, sin embargo, se ha hablado muy poco de algunos temas fundamentales. Por ejemplo, la necesidad de proceder a una urgente reforma de la normativa electoral.
No, de eso no habla nadie, o casi nadie. Mariano Rajoy lanzó hace tres días una propuesta a Zapatero para que todos renuncien, una vez conocidos los resultados de las elecciones municipales y autonómicas del día 27, a cualquier tipo de pacto, pro o contra natura, para permitir que sea alcalde quien haya sido el más votado. Un manto de silencio ha caído sobre la propuesta, de todas formas incompleta. Hoy por hoy, tal y como están las normas, eso podría convertir a los ayuntamientos en ingobernables. Porque lo necesario es proceder a una auténtica reforma de esta normativa electoral que en tantos aspectos vicia -sí, vicia- el deseo de los electores.
Hemos escuchado muchas veces a nuestros políticos que quien gobierna ha de ser quien haya obtenido más votos y/o más escaños. Y que si para ello es necesario introducir cambios en la legislación electoral, por ejemplo la introducción de una segunda vuelta para elegir alcaldes o presidentes de comunidades autónomas, pues adelante. Cosas que se dicen y que luego, tras las elecciones, se lleva el viento. Como tantas veces ha ocurrido con el desbloqueo de las listas electorales, reiteradamente prometido en tantos programas de partidos que, al llegar al poder (o a la oposición, que tanto da en este caso), simplemente actúan como si nada hubieran dicho. Y eso que tal desbloqueo, que permitiría a los electores votar por el candidato que prefieran en una lista, no obligatoriamente por toda la lista en un orden cerrado de prelaciones, es condición importantísima para avanzar en nuestra democracia.
Lo curioso es que la ciudadanía no reclama estos mínimos pasos hacia una democracia más completa y mejor. No podemos extrañarnos del desinterés de los españoles por la cosa política -y bastante entusiasmo están mostrando a la hora de asistir a mítines y aplaudir a los candidatos, con unos niveles muy pequeños de crítica, como lo demuestra el hecho de que tantos alcaldes y presidentes autonómicos vayan a repetir- si la cosa política se desinteresa de nosotros.
En fin: el caso es que seguiremos teniendo que hablar, en lugar de esto, de los Intermoneys -¿vuelve la beautiful?- y de todo cuanto enumeraba al comienzo de este artículo. Así estamos. Menos mal que nos quedan el chotis de Sebastián, los toros de San Isidro y, claro, la Pantoja. Algo es algo.