En 2008, la prensa nacional se movilizó para publicar la noticia de que en Salteras, en la provincia de Sevilla, se estaba realizando en serie el sombrero original de Indiana Jones, del que en la actualidad se trabaja para “dar a luz” el genuino, con el que se tocará el héroe cinematográfico en su próxima cinta. Este hecho “peliculero” sacó a la plaza pública la labor de una industria que ahora celebra, con muy buena cabeza, su CXXV aniversario. La historia se remonta a finales del siglo XIX, cuando en Sevilla, y según reflejan los libros de texto de Geografía, había una próspera industria sombrerera, al parecer propiciada por la influencia de los franceses que se instalaron en la zona. Lo cuenta Esteban Roche, descendiente de uno de los fundadores de la firma Sombreros Fernández y Roche, Sucesores de Manuel Chazeta, la empresa más potente de las cuatro que se fusionaron cuando la moda del sinsombrerismo echó por tierra la bonanza del sector.
La moda de ir sin sombrero
Según las crónicas, a mediados de los años veinte del siglo pasado, el duque de Windsor puso de moda el sinsombrerismo. Este hecho aparentemente frívolo provocó el cierre de numerosas fábricas en todo el mundo. Fue entonces cuando cuatro firmas españolas deciden unir sus fuerzas y crear, en 1930, ISESA (Industrias Sombrereras Españolas). Allí estaban las sevillanas Sombreros Fernández y Roche y Sucesores de C.L. Palarea; la granadina Industria Sombrerera y la catalana Hijo de Jorge Graells Llansana, que en la actualidad tiene sus instalaciones en el Polígono Los Llanos, de Salteras (Sevilla).
ISESA es una industria fundamentalmente manufacturera que, a pesar de los avances técnicos, mantiene un importante componente artesanal. Hasta el año 1980, casi la totalidad de las exportaciones era de fieltros en bruto para su posterior transformación en sombreros. Actualmente las exportaciones absorben cerca del 80% de la fabricación y tiene como países destinatarios los Estados Unidos, Gran Bretaña, Japón o Israel. Los judíos ortodoxos, exigentes en las calidades de los productos y muy marquistas, son unos de sus principales clientes.
Una fábrica muy viva
Además de esta actividad, desde 1962 se inició otra de carácter comercial basada en la distribución de artículos extranjeros relacionados con las prendas de cabeza. También recientemente han contratado los servicios de la firma Cherubina, de Ana García, para la producción de sus distintas líneas de tocados, con el objetivo de ir involucrándola en el diseño de modelos femeninos. También en ISESA se ha creado un departamento de Exportación para abrir mercados en Alemania y Francia, además de para participar en las diferentes ferias que sobre el sector se celebran en diversos países europeos.
Según Esteban Roche, la fabricación de sombreros sigue siendo negocio, sobre todo si son de calidad, una meta que se propusieron desde los inicios para la supervivencia. “Para nosotros los chinos no son competencia. Ellos son imbatibles en los productos baratos. Nuestra fábrica es antigua, pero está viva. Además, si te quedas estático, los clientes te fuerzan a innovar”.
Aforismo que corrobora Miguel García, el joven director de ISESA, e impulsor de muchas de las novedades de esta industria “tocada” y a flote, para los tiempos que corren.