Cristiano Ronaldo es portugués. Juega en el Real Madrid y hasta ayer participaba en el Mundial con la selección portuguesa de fútbol. Hasta aquí lo que he dicho es cierto y objetivo. Nada de esto escrito es opinable. Lo que viene a continuación sí lo es. En concreto es mi opinión. Y usted puede que no esté de acuerdo con ella e incluso lo puede poner por escrito en los comentarios.
Ayer Portugal fue eliminado del Mundial. Mi opinión sobre el juego es la misma que sobre la política monetaria del FMI: nula. Yo soy de cuestiones más básicas, más de la vida cotidiana. Al salir del campo Ronaldo escupió a un cámara porque estaba enfadado y dejando salir el fluido de su cuerpo dejó también que reverdeciera el macarra que lleva dentro y que muchos parecen obviar desde el principio.
Desde que llegó al Madrid he asistido a conversaciones de alabanza hacia su persona. De hombres que admiran su juego y hacen ganar al equipo de sus amores. De jóvenes que ven en él un modelo a seguir: tiene mansión, cochazos aparcados en la puerta del chalete como se colocan los cochecitos del escalextric, ropa de marca y cuanto más brille, mejor, si es dorao, miel sobre hojuelas. Las jovencitas, para qué hablar. Cuántas soñarán con encontrárselo en la discoteca de moda para tener un affaire con él y sacarle luego rentabilidad en un plató. Así está escrito el juego
No me voy a poner intensa pero no puedo obviar que es una lástima que sea un modelo a seguir alguien que chuta balones y tiene todo muy brillante pero nada más. De los científicos que descubren vacunas contra enfermedades que todos podemos desarrollar en un futuro, incluido CR, no se habla. Normal. Eso no vende. Hoy día vende la ostentación, el lujo. Y muchas veces (es el caso) la sublimación de lo hortera, la consumación del mal gusto y su puesta en escena de la manera más obscena.
Dicen los medios hoy que están sorprendidos por el salivazo del portugués. De sus malas maneras. Pues a mí me parece que ha hecho lo propio de su rango. Dentro de Cristiano hay un macarra con pintas y un chulo de barrio napolitano que lleva camisetas de marca (sin el made in china, es verdad). Yo no digo que sea mal chico porque una cosa no quita la otra. Pero no es el cúlmen de la elegancia ni del buen gusto. Vamos, que en la cubierta de un yate en Ibiza queda hasta bien, incluso encima de un bafle en el Space moviendo las caderas, también. Pero en las carreras de Ascot, chirría.
De dónde no hay, no se puede sacar. La elegancia y el saber estar nada tienen que ver con el dinero. Tienen que ver con una actitud ante la vida que, desde luego no pasa por la ostentación del tengo tengo tú no tienes nada. Ni qué decir de la ropa ajustada en la entrepierna que me lleva el buen hombre que a veces uno duda de si se dirige al Bernabéu o a las Ventas.
Uno cuando pierde se enfada. El hombre educado da la mano al contrincante y quizás repase luego en qué falló. Un macarra escupe y lanza improperios no aptos para oídos de señoritas y niños en edad escolar.
CR7 juega bien, es un buen futbolista. Pero es y seguirá siendo un macarra el resto de su vida. Así venga la mismísima Naty Abascal a darle unos cursos de elegancia y posado para Hola.
Por cierto, ¿se imaginan a Raúl o a Casillas haciendo esto? Me cuesta trabajo. Ellos sí tienen lo que le falta al portugués. Y también juegan en idéntica liga. No es incompatible.