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Los sindicatos tienen razón

Los sindicatos tienen razón

jueves 17 de junio de 2010, 14:58h

Podía haber sido una reforma del mercado laboral y se ha quedado en otra de las habituales de este Gobierno: amagar y no dar, un paso adelante y dos atrás, marketing, palabras, ganar tiempo. No es de extrañar que Fernández Toxo, secretario general de Comisiones Obreras, haya dicho que “no sé si elecciones anticipadas o no, pero creo que estamos sin dirección política, económica y laboral y se necesita un cambio importante de Gobierno. El país tiene que tomar conciencia de que en estos momentos tenemos un grave problema: las políticas del Gobierno”. Tiene razón a medidas: tenemos dos problemas y en ambos hay un responsable, el Gobierno. El primero, el más importante, es que tenemos un Gobierno que durante más de dos años ha estado negando la crisis y aprobando políticas equivocadas y despilfarradoras. El segundo, que las políticas que ahora ofrece, que son las que no le gustan a Toxo y que, además, vienen impuestas desde Europa, también son insuficientes para solucionar los graves problemas que tiene la economía y la sociedad española. ¿Dónde estaba Fernández Toxo los dos últimos años? Aplaudiendo a Zapatero y callando ante el problema de cuatro millones de parados y de uso serios déficits estructurales en lo económico, en lo financiero, en lo social, en lo educativo y en lo laboral.


Los sindicatos que ahora se enfrentan al Gobierno son corresponsables con Zapatero de la crisis y parece que quieren ser responsables, también, de que no se adopten soluciones para crear empleo, no para frenar la destrucción del mismo. Ni en la forma jurídica de las medidas –un parche hoy, un debate legislativo después del verano y mucha incertidumbre en lo relativo al “despido objetivo”-; ni en el contenido –más dinero público para financiar los despidos privados, nada eficiente sobre la reforma de la negociación colectiva y ninguna idea innovadora-; ni en la incentivación del empleo –el INEM sigue siendo un inútil registro para desempleados y apenas interviene en el 2 por ciento de las contrataciones-, nada de lo aprobado permite pensar que estas medidas establecen las condiciones para que los empresarios y los autónomos puedan crear el empleo que España necesita.
¿Qué es lo que queda? Un despido más barato y un nuevo freno a la contratación temporal, que con sus problemas y excesos –que habría que vigilar y denunciar- es indispensable en muchas actividades empresariales intensivas. Faltan fórmulas innovadoras para facilitar la contratación de jóvenes, incentivos a las pymes, abrir sin miedo el mercado público de trabajo a las empresas privadas, rebajar las cotizaciones sociales… Un veinte por ciento de parados, casi cinco millones, y sólo tratamos de salvar el expediente ante Europa. Van a tener razón los sindicatos en que esta reforma es mala. Y vamos a tener razón los que pensamos, cada vez más, que o los sindicatos cambian radicalmente o habrá que limitar lo que les permite criticar los cambios sin renunciar a ninguno de sus privilegios ni comprometerse seriamente y de una vez en proponer y apoyar medida que sirvan para crear empleo.


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