La llaga de las diputaciones
domingo 13 de junio de 2010, 22:44h
La polvareda levantada por el ministro de Fomento, José Blanco, cuando se preguntó hace unos días si tenían sentido las diputaciones en una administración descentralizada, se está convirtiendo en un tornado. Por todos los frentes surgen voces en contra de José Blanco y a favor de la existencia de las diputaciones.
Uno de los últimos defensores ha sido el titular de la de Zamora, Fernando Martínez Maíllo, quien ha llegado a decir que si las diputaciones no existieran habría que inventarlas. Tendría razón si las diputaciones hicieran un trabajo efectivo, por ejemplo, arreglar carreteras, y no tuvieran que dedicar la mayor parte del presupuesto a pagar nónimas, entras ellas la de él, todo un profesional de la política que ha tenido en lo local, y ahora en lo provincial, su particular plataforma para escalar cotas de mayor calado.
José Blanco no ha dicho nada irracional, que va. Se levantan contra él porque ha puesto el dedo en la llaga, donde duele. Es más: lo de las diputaciones es sólo una parte del problema. El asunto es más grave y más global: toca a la ordenación de todo el territorio. España tiene 8000 entes locales, un cuarto de ellos en Castilla y León, y eso no lo aguanta nadie, menos la España en crisis. El tiempo pondrá orden, ya lo verán, a tanta sinrazón.
Uno de los que no está de acuerdo con Blanco es el presidente de la Diputación de Palencia, Enrique Martín, quien está convencido de que las diputaciones tienen que seguir. Faltaría más: él tiene un sueldo de 97.339 Euros al año, más que Zapatero y más que Juan Vicente Herrera. Martín lucha, está claro, por una causa justa. La suya.