A la búsqueda del tiempo perdido

   Como Marcel Proust “A la búsqueda del tiempo perdido” se presentó  Mariano Rajoy ante Rodríguez Zapatero. Tiempo lastimosamente perdido en tres etapas. La primera fue la negación de la crisis cuando era evidente. La segunda el reconocimiento de la crisis pero manteniendo la inacción. La tercera la convicción ilusoria del pronto final de la crisis cuando esta aún se encuentra en sus momentos más dramáticos.

   No parece que el tiempo perdido en España en estas tres etapas se pueda recuperar con el solo reflejo de la ayuda a Grecia impuesta por el Eurogrupo o con el propósito, aún poco definido, de ordenar la gestión de las Cajas de Ahorro propuesto por el sentido común. Ni que, tampoco, baste con ofrecerse como alternativa para dentro de dos años, dado que la intención de adelantar las elecciones generales ni está en el proyecto de quien tiene en exclusiva la  competencia para ello ni es un plan estimulante si se reduce a una simple escenificación en las urnas de la tediosa dialéctica Rajoy-Zapatero.

    Pero para que sea creíble la existencia de voluntad de arrimar el hombro en una acción conjunta hubiese sido necesario algo más que lamentos y ofertas de alternativa. Lo que se echa de menos, desde el lado de la oposición, es poner unos deberes claros al presidente del Gobierno. Es cierto que no es probable que estos deberes fuesen debidamente cumplidos pero hubiese sido conveniente hacerlos públicos con claridad y contundencia.

    Estas condiciones elementales son dos. La primera: sustitución del fracasado equipo económico actual por otro con capacidad correctora que, por encima de procedencias ideológicas, tuviese la experiencia y prestigio suficientes para merecer la confianza de la opinión pública. La segunda: la decisión de que el presupuesto General del Estado para el próximo ejercicio se negocie de común acuerdo por las fuerzas mayoritarias de las Cortes. Como estas condiciones no se han planteado, lo único que se ha hecho es seguir perdiendo el tiempo en la  práctica y en la teoría. En consecuencia seguimos, por ambas partes, a la búsqueda del tiempo perdido sin encontrarlo y a la espera de recetas o rescates desde las instituciones europeas.