Francia, un voto que nos afecta
domingo 06 de mayo de 2007, 18:24h
A la hora en que estas líneas se publiquen las urnas habrán sentenciado lo que los franceses quieran, esto es, la recuperación para Francia de un papel central en el espacio europeo y de una dimensión global modernizadora y occidentalista, si han elegido a Sarkozy como vaticinaban las encuestas, o el retorno, por un inoportuno túnel del tiempo, a los peores defectos sociales y males políticos de nuestro vecino del norte, que todo ello significa, en grado particularmente peligroso, Ségolène Royal, la cara más frívola y sectaria de un raro socialismo de mercadillo, que poco o nada tiene que ver con la valiosa historia del aquel socialismo francés con brillantes líderes, que supo converger en el proyecto europeo con gigantes democristianos como el alemán Konrad Adenauer y el italiano Alcide De Gasperi.
Es además Ségolène Royal una enemiga de España, uno de esos políticos franceses que ven nuestro país como casi africano y sólo salvable a través de ese “afrancesamiento” a que algunos son tan proclives y que es la negación misma del ser histórico, social y cultural de España y de nuestros intereses económicos, políticos y estratégicos.
Ya ha dado su talla y mostrado su verdadero rostro Ségolène Royal con sus insólitas y antidemocráticas amenazas de última hora, advirtiendo a los franceses que habrá violencia en todo el país si Sarkozy gana las elecciones. Así da gusto entenderse. ¿Suscribiría, por ejemplo, el luminar y recordado socialista Pierre Méndes-France un recurso de semejante jaez? ¿Están dispuestos a hacerlo los dirigentes socialistas franceses de calidad, que se han dejado desplazar por esta mujer tan superficial como carente de otras ideas que no sean la desmedida ambición de su ego?
Es cierto que a Sarkozy –europeísta de la talla de los grandes fundadores de la Unión, y también un verdadero amigo y por tanto previsible aliado de España como España es– se lo han dejado difícil, desde su propio lado, dos personajes tan truculentos como Chirac y Dominique de Villepin, por cierto, también amigos de Rodríguez Zapatero, como la candidata que prefiere las amenazas a las ideas y las razones.
Pudiera resultar Sarkozy víctima de esa escala de la enemistad política que tan bien conocemos en España: enemigos, enemigos irreconciliables, enemigos a muerte y ya en el fastigio de la enemistad, compañeros de partido. O no, si el pueblo francés ha votado con los grandes ideales de la República en el corazón. Si ha ganado Sarkozy, es un día grande para Francia, pero también para la Unión Europea y desde luego para España, que pasaría a tener un verdadero amigo y aliado al norte de los Pirineos.
Por el contrario, si las encuestas se hubieran equivocado y Ségolène Royal hubiera conseguido movilizar el voto del miedo y el sectarismo, el complejo ETA-Batasuna estaría de fiesta compartida con los amigos españoles de Ségolène, a partir de ese momento, sus rendidos servidores. Vendrían malos tiempos, o por lo menos, tiempos difíciles para Europa y para España.