jueves 29 de abril de 2010, 12:23h
Tenemos de una fijación con las catástrofes. A la que te descuidas te meten un susto de aúpa y eso, según me ha contado mi psico te puede contagiar la paranoia social de la época. Estas cosas funcionan más o menos así. Un día, por ejemplo, te sueltan lo de la gripe A o B o C y te enteras que será muy difícil que sobrevivas a aquel invierno si no tomas una buena dosis de vacunas preparadas por unas altruistas empresas farmacéuticas cuyas acciones están por las nubes. Los medios de comunicación insisten en explicarte los peligros que corres y la espeluznante estadística de muertos por país, con lo cual aumentan su audiencia y obtienen más anuncios. El Gobierno que acaba de adquirir 5 millones de vacunas te dice que si alguien estornuda a tu lado acudas inmediatamente a urgencias. Idéntica metodología se aplica a las crisis económicas. Un catedrático de economía de Barcelona dice que estamos en pre-crisis y que lo peor está por venir. “Habrá un hundimiento a nivel económico, y será a nivel mundial” y que en “2012 llegaremos ante un final de Sistema y un comienzo de otro”, anuncia triunfalmente. Se trata del mismo lenguaje utilizado desde el Apocalipsis por profetas, astrólogos y videntes como Nostradamus , que tiene más que ver con el mythos religioso que con el logos o aplicación de lo racional ante cualquier problema o enigma. El ser humano es un animal vulnerable, inseguro y con un miedo incurable a su propia muerte. Cuando alguien le dice que el fin del mundo está cerca; que hay terroristas en cada esquina, armados de dinamita, gases o bacterias; que los países bárbaros disponen de arsenal atómico; que la capa de ozono, la emisión de gases contaminantes y el calentamiento global, se van a tragar unos cuantos países, pues eso, que uno se queda acongojado, como cuando los americanos escucharon la versión radiofónica de la ‘Guerra de las Galaxias’ y cundió el pánico, o cuando vas al cine y te ponen ‘disaster movies’, como ‘Tiburón’, ’Titanic’, ‘El Coloso en llamas’, ‘Serpientes en el avión’, El último hombre..vivo’, ‘Cuando los mundos chocan’, o el ‘Día después’ cuantas de incendios. Todos sabemos que el marketing mitológico es uno de los mejores negocios. No se necesita más materia prima que la superstición y alimentar unas cuantas fantasías paranoicas, como el infierno y el fin del mundo, y encima, esas empresas se hallan exentas de cargas impositivas debido a la espiritualidad teológica o astrológica de sus productos. Estando así las cosas, hay de aquel que vaya de optimista y confiese que se siente feliz, porque será tachado de frívolo, insolidario, comunista y ateo. En realidad simplemente va contra el negocio del consumismo catastrófico. El día de Sant Jordi, merecido patrón de Catalunya, por haber liquidado al horripilante Dragón que nos había invadido y mantenía aterrorizado a todo el pueblo, me di un garbeo por la city, y descubrí que la gente, olvidada de miedos y catástrofes, se dedicaba al placer de los libros y a obsequiarse con rosas y espigas. Quedé gratamente sorprendido, si bien, para criticar algo, me hubiera parecido más lógico que este año, se regalara algún que otro cactus.