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La vieja “verde”

La vieja “verde”

lunes 12 de abril de 2010, 14:52h
¿Cómo decirles? La tía anita es la estructura física y moral de la familia. Lo ha sido a lo largo de estos 93 años. Y se mantiene firme como el guayacán.

¿Enfermedades?, preguntan los médicos en sus controles, y ella contesta sin ironía, “Ninguna”. Y cuando le ven el temblor en las manos no saben qué decirle. Ella se mira y dice “Ah, ¿esto? No es nada”.

— ¡Nada!, repiten los médicos, como si estuvieran en el mismo coro.

— Parkinson de tercer nivel. Lo tengo hace 17 años. Pero no es nada, suele replicar antes de incorporarse por sus propios medios. “Es que tengo mucho que hacer”, suele decir, por toda explicación.

La tía Anita es la memoria intacta de todo un siglo. Recuerda fielmente los sucesos de parientes vivos y muertos de cuatro generaciones, de la historia del país y de las personas afectadas por su enfermedad. “Mal —prefiere llamarlo— porque no hay mal que por bien no venga”.

Lo tuvieron —recita— Cassius Clay, Michael Fox, Arafat, Dalí, Mao, Juan Pablo II y el presidente Caldera; ah, y una fiscal de EE.UU. (se refiere a Janet Reno, que ejerció después de diagnosticada).

“Pero, ¿sabe qué leí? —enfatiza—, que los afectados tienen en común rasgos como la seriedad, la honestidad, la meticulosidad, la aceptación de las leyes y normas, el sentido común y la vida monogámica”.

Y debe ser cierto porque así es ella: serena, animosa e imperturbable, como las abuelas de antes. No grita, no se enfurece pero defiende sus motivos hasta el cansancio.

Es de carne y hueso. No se casó, no tuvo hijos, pero se enamoró dos veces por razones políticas. Por eso fue gaitanista y anapista (cuando estaba Gurropín, aclara, para referirse al general). Fue uribista pero se decepcionó cuando el presidente y los ministros Ramírez y Santos no cumplieron la promesa de acabar la guerra.

— A esta edad no hay tiempo que perder, dice mientras recorta y pega afiches, viene o va para una caravana “verde”. Contagiada del imparable entusiasmo de nietos y bisnietos, se ve rejuvenecida: “Esta alegría no la sentía desde el 48 o el 70”.

— “A movernos todos”, me dice con picardía. “No me pienso morir sin haberle visto la cara a la esperanza. Anímese mijo, apoye a Mockus. A la tercera es la vencida”.


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