Hay días en que el Gobierno consigue lo que más desea. Y este es uno de ellos porque no se habla en el país de otra cosa que de la detención de Isabel Pantoja por blanqueo de capitales. Y quien diga, como yo, que el Gobierno ha querido que hablemos de Pantoja en estos momentos no está atentando, como dicen los socialistas, contra la independencia de la Justicia. ¡Vaya trampa!
Los jueces tienen que fiarse, a la fuerza, de los informes que les proporciona la Policía CUANDO la Policía se los hace llegar. Así que si el juez Torres decretó la detención de la cantante el jueves por la noche fue, sin duda, porque poco antes recibió el informe policial que la acusaba. Habrá blanqueado capitales, si es que lo ha hecho, hace tiempo. Pero el momento del jueves noche corresponde sin duda a una elección de quien manda en la Policía. O sea, de eso que los periodistas conocemos como "Producciones Rubalcaba".
Habrá quien ahora lo cuente y quien se calle, pero es un hecho que en las redacciones de los medios de comunicación se especulaba hace tiempo con la detención de Pantoja en los momentos más difíciles para la imagen del Gobierno. Por eso se esperó que ocurriera después del atentado de Barajas y cuando se decretó la libertad de hecho de De Juana Chaos.
Pero ambos sucesos pasaron y, por lo que se ve, incluso lo que anticipó Zapatero al visitar la comisaría de Málaga en la que iba a pasar la noche Pantoja unas horas antes, era ahora cuando interesaba al Gobierno tapar una serie de noticias adversas para su reputación que están produciéndose en vísperas de unas elecciones donde las encuestas le auguran un patinazo general.
¿Qué noticias son esas? Primero, la de la legalización de hecho del partido que Batasuna (o sea, ETA) ha elegido para presentarse a las elecciones municipales en el País Vasco, lo que va a permitir a los terroristas tener acceso al dinero y los recursos del poder de las ciudades y pueblos de esa Comunidad, incluidas las listas del censo con las que amenazar y extorsionar a ciudadanos inocentes.
Segundo, el caso de corrupción de Ibiza, que apunta directamente (y con cintas grabadas de inequívoca procedencia) a la mano derecha de Zapatero en la dirección nacional del PSOE. Tercero, las encuestas pre-electorales que este fin de semana se publicarán y que darán cuenta del avance general del PP y el retroceso de los socialistas en prácticamente toda la geografía española.
Se supone que mientras hablamos de Pantoja dejamos de especular sobre esas cuestiones, aunque sea por poco tiempo, según señala la experiencia. Porque antecedentes hay, como el intento del Gobierno porque dejáramos de comentar el Caso Guerra recurriendo al procesamiento de Lola Flores por fraude fiscal. Aquella cantante fue condenada, pagó lo que debía y, sin embargo, el entonces Vicepresidente acabó dimitiendo por lo de su hermano.
Es lo que tienen las operaciones de imagen que se plantean como mantas que intentan tapar cosas que no hay manta que logre esconder. Pase lo que pase con Pantoja, por mucho que hablemos de ello en estos días, al final quedará lo esencial: que ETA seguirá disfrutando de un brazo político, que en Ibiza el PSOE ha cobrado comisiones y que ni diez "coincidencias" como la del jueves por la noche evitarán el voto libre de los ciudadanos.