En esa
“labor incansable y titánica” tal como la llamo en efecto el uniformado, el profesor camino cerca de 3 mil kilómetros por todo el país, llegó a Bogotá en donde se
“instaló” en la Plaza de Bolívar e incluso tuvo la oportunidad de hablar personalmente con el presidente
Álvaro Uribe.
Además,
Moncayo padre también viajó a diferentes países con el afán de que el mundo conociera la historia de su hijo y se uniera a su causa. De esta forma, el Vaticano, Ecuador y Venezuela, fueron algunos de los destinos de este hombre de 58 años de edad, que se ganó a puso el sobrenombre de
“El caminante de la paz”.
Tal fue el anhelo de libertad que el
“profe”, como también es apodado por su labor como maestro, que incluso llegó a autoimponerse unas cadenas que le ataban el cuello y las manos como símbolo de protesta por el estado de secuestrado en el que se encontraba su hijo.
Durante años
Moncayo cargó las cadenas asegurando que sólo permitiría que su hijo se las quitara el día en que recobrara la libertad. Afortunadamente el milagro por el que tanto caminó, sufrió y sudó el humilde nariñense, se cumplió pues finalmente, tras doce años de cautiverio, el soldado
Pablo Emilio Moncayo fue dejado en libertad por las FARC.
"Escuché a mi padre decir que deseaba que yo le quitara las cadenas. Eso voy a hacer ahora", aseguró el militar colombiano de 32 años como epílogo a una jornada marcada por la alegría del final de su secuestro en la selva por la guerrilla de las FARC.
Y como si fuera una cita con el destino padre e hijo realizaron una especie de ritual simbólico en el que radiantemente el profesor
Gustavo Moncayo, alzó su mano derecha y, en medio del llanto, abrazó a su hijo cuando éste lo libró de las cadenas, que dejó caer sobre la pista del aeropuerto de Florencia, en el departamento de Caquetá.
Notas relacionadas....