lunes 08 de marzo de 2010, 17:13h
El Día de la Mujer reviste especiales connotaciones para las sociedades que han incorporado su talento a todas sus actividades. El recuerdo de un grupo de mujeres inmoladas por la audacia de las reglas del capitalismo, hace más de un siglo, vuelve a la memoria para revisar el recorrido de la lucha femenina en el mundo.
Su fuerza de trabajo movilizó con mayor eficacia las ruedas de un sistema que estructuró el capital de acuerdo a la oferta de bienes más allá de las reales demandas de la sociedad. El trabajo femenino poco a poco rindió frutos para una ecuación no siempre despojada de perversidad: capital y trabajo. Por eso la demanda de salarios justos pronto se volvió premisa fundamental de las luchas femeninas. Y en la actualidad, a pesar de los notables cambios en las políticas laborales, las mujeres aún son tratadas con discriminación y exclusión o sometidas a la fuerza de una cultura que hace prevalecer el machismo como comportamiento socialmente aceptado.
La condición sexual de la mujer, reproductora directa de la especie, la volvió víctima de su propia capacidad biológica y las funciones de los hombres, en la esfera de una economía separada entre lo público (sociedad) y lo privado (casa), facilitó la idea del macho proveedor. Ciertas franjas laborales de la vida moderna, en la mayoría de los países, hacen creer que ese viejo modelo no está vigente más y que las mujeres se han agregado naturalmente a los diversos espacios laborales en absoluta igualdad.
Sin embargo, estudios recientes revelan que la situación de las mujeres mantiene brechas de desigualdad y maltrato que se evidencian no solo en el salario, sino en el imaginario cultural que la rodea, y que se impone por los desniveles educativos que aún persisten y que afectan a las mujeres principalmente.
Ojalá la lucha de las mujeres, en todos los ámbitos, sea potenciada por la virtud de los hombres que acompañan la tarea de cambiar el mundo.