El problema es de credibilidad, no le demos más vueltas. Las medidas contra el paro y por la economía sostenible que está hilando el Gobierno podrían ser gloria bendita, de premio Nóbel, capaces de acabar con la crisis nacional y mundial. No digo que sea el caso que yo no lo sé, sólo que aunque lo fuera. Aunque lo que dice el Gobierno fuera el Evangelio,
Zapatero ha perdido su credibilidad dentro y fuera del país. Fronteras adentro, las encuestas dicen que los ciudadanos ya no creen en las recetas del presidente contra la crisis, fronteras afuera, de 'la City' de Londres a la Bolsa de París nos ningunean y se nos ríen a la cara -"espectáculo ambulante" le llamaba ayer The Guardian- de la gira de la vicepresidenta económica Salgado para vender que España "es
seria"
España es seria, pero el actual Gobierno español no está demostrando serlo; esta es la percepción general, por lo del cuento de Pedro y el Lobo, aunque al revés. De tanto decir que aquí no hay crisis, que decir lo contrario es de 'antipatriotas', que somos de la 'Champion League' de la economía internacional, que estamos mejor preparados que nadie para la tormenta, que ya hemos pasado a Italia y tiembla Francia, que la peor tasa de paro de este Gobierno siempre sería superior que la mejor de Aznar, y todo ese bla-bla-bla... De tanto alardear de que iba bien lo que absolutamente todo el resto del mundo sabíamos que iba mal y tanto disimular (por no decir mentir), a este Gobierno y a su presidente ya no les cree ni la madre que los parió.
Y así es la rosa, la vida. En estas estamos. Después de seis años negando la realidad a Zapatero le va a costar un Congo convencer a los españoles de que las medidas impopulares que ahora propone son necesarias simplemente para sacar un poquito la nariz del agua y hay que adoptarlas sin perder un minuto más. La foto del acuerdo de la negociación colectiva entre los sindicatos y los empresarios yo creo que es una gota de bálsamo en un lago de incertidumbre, el primer signo tranquilizador creíble que recibe la sociedad en muchos meses. Falta, eso sí, que Zapatero se faje y la semana que viene lleve al Congreso lo que se echa a faltar, primero un plan lo duro que haga falta para frenar el paro, la prioridad absoluta, después una oferta de pacto de Estado contra la crisis lo más amplia posible, pero que necesariamente precisará en mi opinión del consenso y de la generosidad del PP para resultar creíble.