El año empieza mal. Con el anuncio de otra guerra. Estados Unidos -estancado militarmente en Irak y empantanado, también, en Afganistán- se prepara para combatir contra Al Qaeda en Yemen. La psicosis desatada tras el atentado frustrado contra un avión que volaba hacia Detroit y, sobre todo, las críticas desaforadas de los republicanos -
¡Dick Cheney, vicepresidente
cuando los atentados del 11-S en Nueva York, acusa a
Obama de la "falta de seguridad" que padece el país!- están en el origen de este anuncio de la Casa Blanca que abre un tercer frente bélico.
Inician otra guerra cuando mantienen abiertas otras dos y no se puede decir que Washington vaya ganado porque, pese a la caída de
Sadam Hussein, todos sabemos que el día en que las tropas norteamericanas se retiren, Irak entrará abiertamente en guerra civil porque el Gobierno de Bagdad no está en condiciones de impedir el enfrentamiento armado entra las milicias chiítas y sunitas. Enviar más asesores militares a Yemen, primer capítulo que conducirá al envío de más soldados, no solucionará el problema que supone la amenaza del terrorismo de raíz islamista. Ir al Yemen a buscar el fallo de las agencias norteamericanas de seguridad que no detectaron el peligro que suponía el terrorista que embarcó en el aeropuerto de Ámsterdam calzando unos gayumbos rellenos de pentrita, suena a medida cosmética, a decisión publicitaria dictada por la necesidad que tiene Obama de acallar las críticas de sus rivales políticos republicanos. A ver cómo se lo explica a los que le concedieron el premio Nóbel de la Paz.