La diputada, que compitió con otras tres preguntas no menos ingeniosas y originales, tuvo el detalle de dedicarle el premio al ese sector del campo tan olvidado por nuestro gobernantes, “que son los que durante todo el año se dedican a la cría y engorde de los caracoles” que luego tan ricamente nos comemos en los bares.
Y es que el humor no faltó en una gala en la que este año hubo hasta chirigotas y la actuación ‘estelar’ por segunda vez consecutiva de los humoristas
Miki Nadal y
Goyo González, que lograron agitar en sus asientos a unos parlamentarios deseosos de echarse unas risas dejando a un lado la alta tensión política que ellos mismos, solitos, han conseguido crear en el Congreso – sobre todo- y en el Senado.
Bien cierto es que hubo poca representación del Gobierno. Tres ministros –
Carme Chacón , que le cayó en gracia un premio ‘malo, ‘Castigo para la Prensa’. Pero la ministra de Defensa lo recogió tan feliz, como si le hubieran dado la Gran Cruz al mérito militar. También acudieron la ministra de Igualdad,
Bibiana Aído, y el titular de Educación,
Ángel Gabilondo, que se lo pasaron en grande viendo los ‘toros desde la barrera’ ya que ni siquiera estaban entre los nominados.
Ni Rajoy ni Zapatero
Por supuesto, tampoco estuvieron ni Zapatero, -que no es muy noctámbulo- , ni los tres vicepresidentes, ni tampoco el líder de la Oposición,
Mariano Rajoy, que se multiplica estos días de cena en cena para tener contentos a todos los dirigentes de su partido y andaba el hombre compartiendo copita con los dirigentes de Madrid capitaneados por
Esperanza Aguirre y sus huestes y con
Gallardón ausente.
Pero bueno, allí estaba una nutrida representación de diputados del PP con
Soraya Sáenz de Santamaría a la cabeza que derrochó simpatía – y eso que se quedó sin el premio más codiciado ‘Mejor Orador’ que fue a parar a
Gaspar Llamazares, casi, casi en homenaje a la que será su última legislatura-, y que demostró que si hay que bailar, pues se baila.
Porque al final hubo copichuela y bailoteo. Y a la pista saltaron no solo los parlamentarios más jóvenes, como
Leire Pajín – muy puesta en el tema-, sino otros más veteranos como el senador
Josep Maldonado, o el republicano
Joan Tardá, que también hizo algunos amagos de ‘mover las caderas al compás del rock and roll’.
El Azote del Gobierno recayó en el portavoz del PNV,
Josu Erkoreka, que sorprendió al respetable cortando repentinamente su discurso de agradecimientos por algún murmullo que otro que, según dicen, ‘le mosqueó’ sin que supiéramos de qué iba la vaina.
El Premio Desconocido en el Parlamento se lo llevó la joven diputada
Cayetana Álvarez de Toledo, del PP, - ex jefa de Gabinete de
Ángel Acebes- que al no estar presente lo recogió amablemente su compañero, el portavoz de Interior,
Ignacio Cosidó, que esta vez no se peleó con
Rubalcaba, porque no estaba..
Bono bromeó con su pelo
Pero quien realmente echó un cable a la diputada fue el propio
Bono que defendió y justificó su escasa actividad parlamentaria “porque, como todos sabéis, ha sido madre recientemente”, frase que cosechó aplausos agradecidos de los diputados y diputadas presentes, y no solo de los del PP.
El discurso de Bono, por cierto, que cerró el acto como Presidente del Congreso, fue muy celebrado por todos los presentes, ya que hasta ironizó con su trasplante de pelo. El manchego propuso también con humor que al año siguiente se hiciera “al revés” y que los parlamentarios entregaran premios a los periodistas, retándonos a ver si encajábamos con tanta deportividad como ellos algunos de los galardones ‘críticos’. El guante, ¿por qué no?, deberíamos recogerlo.
El Azote de la Oposición lo ganó otro ausente,
José Blanco, y el de ‘Mejor Relación con la Prensa’ – siempre muy disputado y discutido, y más en esta ocasión - el catalán del PSC
Francesc Vallés, para desilusión de la canaria,
Ana Oramas, y del penuevista
Emilio Olabarria, que siempre se queda a las puertas de llevarse la estatuilla.
El premio al ‘Diputado Revelación’ fue a manos del navarro
Carlos Salvador, de UPN, que, como dijo con ‘modestia’ al recogerlo, cree que la APP se lo ha dado al hacerse “famoso” a raíz de la ruptura del pacto que mantenía su partido con el PP en la Comunidad Foral y permanecer fiel a Sanz.
El Senador del Año fue para
Manuel Fraga, que no acudió a la cena – aunque no hubiera extrañado a nadie verle allí porque no se pierde una-, y el Eurodiputado del Año, para estupor de la mayoría, se le otorgó a Ramón Jáuregui, que sin discutir su gran valía como parlamentario hay que señalar que acaba de aterrizar como quien dice en Estrasburgo...vamos, que no lleva sentado en el euroescaño ni dos meses mientras el resto de los nominados,
Antonio López- Istúriz, del PP,
Raúl Romera, de IC, y
Alejandro Cercas, del PSOE, se conocen hasta los túneles subterráneos del Parlamento Europeo. En fin, no siempre se acierta.
El pasado de 'malo' de Guerra
Con todo, quien triunfó y se fue feliz y contento fue el ‘veteranísmo’
Alfonso Guerra, que después de treinta años interrumpidos en el Congreso logró por fin tener un reconocimiento a su larga trayectoria política y parlamentaria, especialmente como homenaje a su contribución a nuestra Carga Magna, esa que nadie quiere tocar - él menos- pero que no paran de ‘manosearla’. Guerra se llevó el Premio Cortes de Cádiz, de donde procedía el grupo de chirigotas que amenizaron la cena con sus coplillas ‘picantonas’ que hicieron reír a Bibiana Aído cuando la aconsejaron que no haga caso de los que la critican y que siga a lo suyo sin importarle “un higo o una higa” lo que digan.
También Guerra encajó con buen talante las puyas que con malicia le lanzaron sobre su pasado de ‘malote’ tanto de Bono, como la pareja de showman que actuaron en la gala, o alguno de los premiados. “Anda, y ahora te haces el simpático con lo que tú eras” ,….
En definitiva, una noche extraña en la que pudo verse a diputados de todos los grupos parlamentarios – PP y PSOE también, también…- brindar y reírse juntos sin tirarse los trastos a la cabeza. Pero solo por un rato.