Es difícil que los ciudadanos vean al presidente Zapatero enfadado. El presidente suele sonreir en cuanto le enfoca una cámara y en sus apariciones públicas siempre muestra su lado amable y hace alarde de "talante". Por eso, muchos se habrán sorprendido al ver en la tele al presidente enfadado, con el gesto crispado y el tono de voz cargado de fastidio. Y es que la Conferencia de Presidentes ha resultado un fiasco más allá de lo que el propio
Zapatero podía esperar.
Durante unas horas, los presidentes autonómicos se reunieron en el Senado sin apenas lograr ningún acuerdo salvo sobre la violencia machista. El PP acudió a la Conferencia con las ideas claras: no iban a darle un respiro a un presidente que está acorralado por los problemas. Por su parte, Zapatero pretendía ofrecer una imagen al país de que no está solo, de que otros muchos le acompañan en el empeño de afrontar la crisis económica.
No tengo ni idea de quién le aconsejó convocar esta Conferencia y si era
idea del propio presidente, pero hay que desconocer nuestra realidad política para pretender que en las actuales circunstancias los presidentes autonómicos fueran capaces de anteponer los intereses generales a los partidistas y locales y mucho menos para salvar a Zapatero de su soledad creciente.
La convocatoria de la Conferencia ha sido un error. Zapatero no debería de haberla convocado sin que previamente él mismo y sus ministros hubieran hecho una labor de campo y sondear si era posible un mínimo acuerdo. Al final, lo que los ciudadanos hemos visto a través de la tele ha sido a diecisiete presidentes autonómicos que casi parecían presidentes de Estados propios, todos muy solemnes con sus banderas y sus televisiones autonómicas a su mayor gloria.
El problema de Zapatero es que no está logrando convencer a la opinión pública de que realmente tiene un plan para salir de la crisis, y su proyecto de economía sostenible parece más bien un eslogan. Si a eso le añadimos que en el PP están convencidos de que es su momento y que dadas las circunstancias pueden derrotar a Zapatero, era difícil que en esa Conferencia se pudiera cerrar ningún acuerdo. La única buena noticia es que sindicatos y patronal sí parece que han empezado a sentar las bases para un acuerdo. Por lo demás, ha pasado lo que estaba previsto. Ni más ni menos.