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Desde la Giralda, por Manuel M. Molina

Acusar al mensajero

Acusar al mensajero

jueves 19 de abril de 2007, 14:38h
No sé si aprovechando que el Pisuerga pasa por Valladolid (o que se estaba dirigiendo a editores de medios de comunicación) Manuel Chaves ha decidido hoy invitar a los periodistas a hacer autocrítica sobre lo ocurrido en Marbella.

Porque resulta que durante su intervención en el acto inaugural del II Congreso Nacional de Editores de Publicaciones Periódicas, celebrado precisamente en la ciudad marbellí, Chaves no ha tenido otra ocurrencia que, reconociendo los errores políticos “que confundieron al electorado, errores que lo hicieron huir de las siglas convencionalmente democráticas y errores, en fin, que lo echaron en brazos del populismo, la demagogia y las siglas de fortunas", agregar que también han tenido buena parte de culpa los medios de comunicación, o por lo menos algunos de ellos.

El presidente no ha dudado en afirmar que Marbella ha sido un fracaso en lo político y en lo periodístico, agregando que muchos de los medios españoles han cedido durante bastante tiempo “a sus peores instintos comerciales” y al final son los que han dado “cobertura, legitimidad y carta de naturaleza a una serie de turbios personajes que les garantizaban unos sustanciosos índices de audiencia (...) al altísimo precio de enfangar la vida pública, desacreditar la democracia e injuriar las instituciones".

Pues dicho queda. Y ahora resulta, porque así se desprende de tales palabras, que los culpables de ese “enfangado” de la vida pública y el “descrédito” de la democracia, junto con las injurias (¿qué injurias?) a las instituciones son responsabilidad nuestra, de los periodistas, de los mensajeros, y no de los Jesús, Julián, Marisol, Isabel, Juan Antonio y la larga lista de golfos y golfas que en la Administración marbellí han sido y a los que investiga un juez que por lo visto es el único que no se entera de quiénes son de verdad los culpables.

Con todos mis respetos para nuestro presidente, creo que intentar culpar a los medios de comunicación “de enfangar la vida pública, desacreditar la democracia e injuriar las instituciones", por lo que desde hace lustros ha manchado el Ayuntamiento de Marbella no parece sino querer mirar hacia otro lado y sacudirse por lo menos algo de presunta culpa política. Más o menos querer echar la culpa a otros, como ha intentado su compañero de partido y alcalde de Sevilla desviando hacia la agencia encargada de ello la responsabilidad de seguir adelante con una campaña publicitaria prohibida por la Junta Electoral.

Pero ya se sabe que lo más fácil casi siempre resulta ser lo de matar al mensajero. Aunque en este caso, en concreto, tan sólo hayamos sido acusados.

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