“No deberíamos someternos ante reyes ni emperadores”, afirmó el comentarista
William Bennet en la CNN. “No sé por qué pensó que era lo apropiado. No es apropiado que el presidente de Estados Unidos haga la reverencia a un extranjero”, se quejó
Bill Kristol en la cadena Fox. “Es un gesto que refleja a un país que se ha debilitado con la llegada de Obama”.
El Departamento de Estado ha hecho nuevamente de apagafuegos y no ha tenido más remedio que volver a salir al paso de las críticas explicando que lo que marca el protocolo en estos casos es respetar las costumbres y tradiciones del país anfitrión. Además, aclara que la Oficina del Jefe de Protocolo asesora al presidente en sus salidas fuera del país.
Los líderes mediáticos conservadores no se conforman con la explicación oficial y en algunos de sus blogs han colgado la imagen de su bienamado
Dick Cheney saludando al emperador con un simple apretón de manos en un encuentro que mantuvieron en 2007 cuando Bush todavía gobernaba. “No hay razón para que un presidente estadounidense haga la reverencia a nadie”, según el ex vicepresidente.
Pamela Eyring, presidenta de la Escuela de Protocolo de Washington, asegura por su parte que los países aliados de Estados Unidos no esperan este tipo de gestos, mientras que los enemigos lo ven como un símbolo de debilidad. En su opinión, el presidente
Obama no estaba obligado a hacerlo porque ambos son jefes de Estado.
Pero no sólo Obama ha sido criticado por cuestiones protocolarias. Hace unos años el presidente
Bush tuvo que soportar una oleada de protestas dentro de su país cuando durante un paseo con el el rey Abdulá en una visita al rancho de Texas fueron cogidos de la mano, un gesto de amistad en Oriente Próximo. “Lo que pase en Crawford, se queda en Crawford”, afirmó entonces
Jay Leno.