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Previsión de déficit del Estado a 2009, 110.000 millones de euros

Previsión de déficit del Estado a 2009, 110.000 millones de euros

lunes 26 de octubre de 2009, 17:53h
Un pequeño error sobre lo presupuestado de tan sólo 20.000 millones de € (2% del PIB), que ha tenido una disminución de  8 puntos más,  90.000 millones de euros más, ¡una bagatela!, según Juan J. Toribio, Director del IESE de Madrid, en ABC. Sería comprensible si el Estado se lo gastara en inversión productiva, pero, mira por dónde, nos enteramos de que la Alianza de Civilizaciones, ella solita, ha costado 4.45 millones de euros, y que el Gobierno central le ha avanzado más de 6.000 millones de euros a las Autonomías, por un error de cálculo en los ingresos por impuestos, que Doña Elena Salgado dice que les devolverán y pagarán poco a poco. ¿Cuándo?, o ¿Nunca?

Si rebuscamos un poco más, nos enteramos de que a los SINDICATOS, en 2008, y me imagino que en 2009, por subvenciones, sólo el Ministerio de Trabajo (BOE 28 de enero de 2009), les ha entregado más de 15 millones de euros. ¿Dónde están sus cuotas? ¿Y sus afiliados?

No contentos con ello, a la CEOE le han dado 2.156.976 euros, ¿serán pobres los empresarios? ¿Tampoco recaudan cuotas?

Al cine “español” le regalan 75 millones de euros, mientras otros departamentos, Justicia, por ejemplo, anda mendigando 20 millones, que no les dieron, para poner un poco de orden en su desbarajuste, y ¿qué me dicen de los partidos políticos? ¿Viven del dinero que aportan sus militantes, o más bien de que el Estado les de unos 200 millones de euros, entre subvenciones directas, gastos electorales, seguridad, etc.?

La verdad es que soy de letras y se me hace difícil comprender estas infinitas cantidades de dinero, que bien podrían ser aportadas por la sociedad civil, voluntariamente, como en USA, y no como aquí, a través de nuestros impuestos.

Lo peor, sin embargo, es lo que nos espera, porque, volviendo a Juan J. Toribio:

“Ciertamente, no cabe pensar que la desviación presupuestaria correspondiente al año 2010 vaya a revestir los caracteres disparatados del año actual, pero tampoco parece razonable esperar que el déficit de las administraciones públicas se limite al ocho por ciento del PIB, previsto en los presupuestos. El consenso de los distintos servicios de estudios, revelado en el panel de previsiones que elabora la fundación de las cajas de ahorros, sostiene que alcanzaremos un desequilibrio superior en punto y medio del PIB al estimado en los presupuestos generales del Estado, mientras que el Fondo Monetario Internacional (siempre prudente en sus estimaciones) cifra el déficit esperable para el año próximo en cuatro puntos porcentuales más que lo previsto por el Gobierno”.

Y sigue diciendo:

“Todo ello se ha echado a perder en los dos últimos años, y la cuestión ahora es dilucidar si los déficit realmente esperados (no los anunciados en el presupuesto) son, o no, gestionables en el tiempo, habida cuenta de que ya no pueden ser cubiertos a través de simple recurso directo al banco emisor, sino que deben financiarse mediante colocaciones de deuda y en condiciones de mercado. ¿Son sostenibles (adjetivo hoy tan de moda) unos déficit presupuestarios que carecen de precedentes históricos y cuya medición precisa de dos dígitos para ser expresada en términos de PIB?

Desde el optimismo irredento que viene caracterizando las previsiones del gobierno, la respuesta habría de ser positiva y el déficit presupuestario estaría lejos de plantear problemas irresolubles. Cierto que se trata de un desequilibrio que sobrepasa, con mucho, el límite del tres por ciento establecido en el Pacto de Estabilidad y Crecimiento vigente en la Eurozona, pero son varios y muy importantes –se argumenta- los países que hoy vulneran esta norma, por lo que alguna solución global se arbitrará. El hecho de que, en este sentido, España sea el país más indisciplinado de la Unión Monetaria Europea no parece suscitar mayores problemas para los defensores a ultranza del actual desbarajuste presupuestario. Por lo demás (se afirma), la deuda pública española es, en términos relativos, inferior a la de la mayoría de los países desarrollados y, aunque crece a velocidad récord, parece colocarse sin mayor problema en los correspondientes mercados, pues, en las actuales circunstancias, ¿qué pueden hacer los tenedores de liquidez, sino comprar cuanta deuda pública se emita?

Basta un mínimo sentido de responsabilidad para advertir el riesgo que tales argumentos encierran. Para empezar, una parte sustancial de la deuda pública emitida está siendo adquirida por los bancos y cajas de ahorros, quienes aprovechan la extraordinaria ola de liquidez que el Banco Central Europeo les proporciona, para invertir esos mismos recursos, de coste mínimo, en deuda pública (no en créditos a familias o empresas), y sanear así sus balances sin riesgo. Pero nadie en su sano juicio puede pensar que tan anómala situación vaya a prolongarse en el tiempo. No tiene ningún sentido que, en última instancia, la cobertura de los desequilibrios presupuestarios se esté llevando a cabo mediante recurso al Banco Central Europeo, tras situar a bancos y cajas en medio del proceso, para que aprovechen una parte de la regalía. tan pronto como los principales países europeos consoliden su incipiente recuperación económica, si no lo están haciendo ya, las autoridades monetarias de Francfort interrumpirán esa financiación indirecta del déficit público, que tanto les incomoda.

A partir de ese momento, la curva temporal de tipos de interés habrá de intensificar su pendiente, es decir, los costes financieros para emitir deuda a medio o largo plazo deberán incrementarse sustancialmente. Como consecuencia de ello, el capítulo III de los presupuestos de gastos, correspondiente al pago de intereses de la deuda, no dejará de crecer, a través de un típico círculo vicioso que se ha dado con harta frecuencia en países menos desarrollados: más intereses de la deuda pública provocan más déficit, que precisa de más deuda, que genera más intereses... y vuelta a empezar. La lógica económica,, señala que el proceso de acumulación de deuda pública como porcentaje del PIB resultará explosivo.

Pero si, como es previsible, el crecimiento español se mantiene a niveles muy discretos en el futuro inmediato, y las tasas de mercado aumentan sustancialmente, ¿quién será capaz de ponerle al gato ese cascabel? ¿Cómo podrán logarse saldos primarios fuertemente positivos en una cuentas públicas que sólo en su quinta parte dependen de la Administración Central del Estado? ¿Qué recorte presupuestario será finalmente imprescindible, por no haber acometido a tiempo una reducción de los gastos corrientes?”

Lo malo es, que vamos de cabeza a la ruina, con  datos escalofriantes como  el que la venta de camiones, ha descendido mas de un 60% este año según el principal líder del sector, lo  que demuestra el descenso general de la actividad económica, así que mucho me temo que este Gobierno no piensa hacer el más mínimo esfuerzo en apretarse el cinturón, y además seguirá gastando en asesores y más asesores para Zapatero, aumentando vg: el 3% el salario de los funcionarios, cuando en un Estado como el de California, envían a su casa a los funcionarios, sin paga, dos o tres días al mes, para disminuir su déficit. ¿A que no se le habrá ocurrido idea tan genial a Zapatero para disminuir el coste brutal que supone el funcionariado en la economía española? Un ERE mensual de 3 días podría arreglar las cosas, pero resulta que no, que va y les aumenta el sueldo.

Ya conocen ustedes el chiste de la familia con déficit, “quitarle el chocolatito al loro”, es la única solución que llegan a tomar, y yo me pregunto, ¿a qué loro se lo van a quitar en España?


Bernardo Rabassa Asenjo
Sociólogo
Presidente del Club Liberal Español
Premio 1812 (2008)
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