Los ricos también rien

Haciendo un símil a la serie televisiva que tuvo gran éxito en los ochenta, "los ricos también lloran",  ese debe ser el  sentimiento que recorre los despachos de Wall Street, a esta hora vacíos, pero que muy pronto se llenarán de ejecutivos de la gran banca y seguros, y de las grandes empresas norteamericanas haciendo cuentas de los viajes y las compras que van a efectuar, este año, con los bonus que van a recibir a costa de la crisis. Mientras tanto, los dirigentes que se sentaron, hace tan sólo unas semanas, en torno al denominado G-20  se les debe caer la cara de vergüenza. Tanto decir que se iba a limitar los sueldos de los ejecutivos financieros y resulta que el prestigioso Wall Street Journal anuncia que este año van a recibir una remuneración récord, superior, incluso a las de antes de la crisis.

   El mundo es el que es y nadie lo cambia. Los buenos propósitos del G-20 se han diluido como un azucarillo en agua. Los ricos también rien. Y se van a cachondear de la crisis, de las oficinas de colocación de los parados, de las familias que pasan apuros a final de mes. ¿Quién se apuesta a que dentro de un corto espacio de tiempo volverán las  alegrías crediticias y la publicidad que invita a vivir por encima de nuestras posibilidades?. Todo con tal de que los ejecutivos ganen pasta gansa.

   El cabreo, en esta ocasión, se acentúa cuando uno sabe que muchos de estos ejecutivos van a recuperar sus prebendas gracias al dinero público inyectado en sus empresas y bancos cuando estaban a punto de hundirse. Claro que ellos también pueden decir que al pobre obrero de la construcción que se encuentra en paro también le ayudan con un subsidio de desempleo. La diferencia  es que los obreros se llevan  al año lo que la nómina de un ejecutivo se incrementará en un mes.

    ¿Para eso sirve el G-20?