Uno pasa de la vergüenza ajena a la irritación y ya no se que otra clase de sentimientos menores va a provocar la interminable miseria del Gürtel valenciano.
Han defenestrado a
Ricardo Costa y, la verdad, pena la justa. Sabía lo que se estaba cociendo, de manera que a lloriquear a casa. Aunque no sea esa la razón de su caída, al menos dejaremos de tener hasta en la sopa a un tío que acepta relojes de 6.000 euros y se compra un coche que vale un pastón mientras hay compatriotas que venden un riñón en Internet para poder pagar la hipoteca. Claro que lo del coche y el reloj no es delito; dejémoslo solo en una cuestión de pudor.
Pero pasa que todo esto sólo sirve para insultar una vez más a la parroquia. No soluciona nada, ni internamente en el PP ni en términos de imagen cara a la ciudadanía, aunque tal vez esa pandilla piensa que sí, dado que la susodicha parroquia es -suponen los ínclitos personajes- básicamente imbécil.
Tendremos que seguir soportando las chorradas de
Camps (
to er mundo e güeno y estamos tan a gustito, ya saben), un cadáver político tirando a horterilla algo curil que nadie se atreve a enterrar, a
Fabra dando lecciones de virtud, a
Trillo en plan padre de la patria en todos los cocidos, a
González Pons y a
De Cospedal poniendo cara de circunstancias y diciendo cosas que no se creen, al nuevo portavoz de los populares en la Generalitat, un tipo filonazi o tonto a secas, a
Rita tratando de hacernos creer que se puede recomponer la imagen del PP en un pis-pas, a
Rajoy que todavía no se ha enterado o no quiere enterarse que la Ley de Murphy es dogma de fe. Todo eso si que es para llorar amigo (qué le vamos a hacer uno siente simpatía por los caídos)
Ric.
Ah: no me gusta
Zapatero. Que hasta eso hay que aclarar para que no te tomen por no se yo qué. Aunque igual es peor parecer equidistante. Como decía mi abuela: ¡qué lástima, por Dios!