Pues sí, parece que
Mariano Rajoy se ha caído del guindo en que estaba encaramado y su aterrizaje en la realidad le ha llevado a admitir que algo huele a podrido en el PP del País Valenciano. Así que después de meses negando las evidencias, o sea que algo olía a muy pero que muy podrido en el PP valenciano, el presidente de los populares, a través de
María Dolores Cospedal, le ha pedido a
Francisco Camps que haga algo.
Ese "algo" parece que incluye que se deshaga de
Ricardo Costa, secretario general del PP valenciano, e incluso de
Vicente Rambla, vicepresidente del Gobierno autonómico. Claro que los susodichos se resisten. Si se ha salvado Camps quieren salvarse ellos, porque al fin y al cabo todos conocían al Bigotes que es el "hombre" que conduce directo a la trama Gürtel.
De manera que de la noche a la mañana donde Rajoy y Cospedal decían digo dicen "diego", y lo hacen sin cambiar el gesto, como si de verdad todo el caso Gürtel fuera nuevo para ellos y en un arranque de querer preservar a su partido de la sombra de la corrupción hubieran decidido cortar por lo sano.
El problema es que el caso Gürtel huele que apesta entre otras razones porque ha sido el mismo Rajoy el que ha dejado que se fuera pudriendo por no haber adoptado decisiones mucho antes.
En Génova 13 creen que con que Camps sacrifique un par de "cabezas" será suficiente, pero si nos atenemos a los informes y conversaciones que se han publicado en los últimos días es más que probable que sea el propio Francisco Camps quien vuelva a estar en el centro del huracán, y no precisamente por haber aceptado que le regalaran unos cuantos trajes.
El PP está sufriendo un evidente desgaste por el caso Gürtel y Rajoy se ha implicado en exceso defendiendo a sus protagonistas. Ahora quiere cortar amarras, pero veremos si sus defendidos le permiten abandonar el barco.