Cuando Luz Casal ya triunfaba con su Rufino (el que la invitaba a comer langostinos) yo era una enana. Sin embargo empecé a escuchar su música porque las mayores del cole le pedían al autobusero en la ruta que pusieran la cinta una y otra vez. Así, con mi tiernos cinco añitos, ya me sabía yo algunas de las canciones que llegaron a formar parte de la tan llevada y traída movida madrileña.
Luz ha sabido mantenerse en el mercado como sólo los grandes suelen hacerse. Su vida ha transcurrido sin escándalos, ni polémicas, anónima y cuando ha publicado algo nos lo ha hecho saber con sus sonrisa eterna y su voz grave y parsimoniosa (es muy gallega en eso).
Pero Luz hubo de hacer un parón en su carrera porque llegó lo que muchas tememos con auténtico terror; que el cáncer nos mire y nos toque. Y a ella le tocó y para seguir estando aquí tuvo que pasar momentos duros que sólo los que han sufrido esta enfermedad conocen.
Muchas personas públicas que han padecido este mal han expresado públicamente sus sentimientos. Todos coinciden en que la primera impresión es un sentimiento de incredulidad con un recorrido de frío por el cuerpo y una sensación de sentirnos muy solos, muy vulnerables, muy pequeños. Y una sensación muy poderosa invade nuestro cuerpo: el miedo, a lo desconocido, al dolor a que nuestros seres queridos sufran, a morirnos.
Cada ser humano es un mundo que le hace ver las cosas de maneras muy diferentes. Frente a esta enfermedad muchos la encaran e inician un viaje hacia ellos mismos recorriendo aspectos nuevos en su alma. Y es entonces cuando, conscientes de sus logros pero también de sus miserias, alcanzan la sensibilidad y que los que hacen arte plasman en su obra. Luz Casal lo hizo con el anterior álbum “Vida tóxica” y ahora con el nuevo, “La Pasión”.
La cantante gallega ha declarado que la enfermedad la ha dotado de una sensibilidad extra para comprender el dolor, y que esa sensibilidad ha sido la fuerza que la ha impulsado a hacer este nuevo álbum que ahora sale. Ahora percibe la vida –dice- “con mayor capacidad para comprender el dolor ajeno” (ha mejorado su empatía pero estoy segura de que ya la tenía), le ha hecho percibir la vida con más premura, apurándola y con deseos de no perder más el tiempo. Gran consejo y qué sabio. Pena que tengamos que pasar por momentos tan críticos para darnos cuenta de que la vida nos ofrece muchas cosas que dejamos pasar por alto por la vorágine del día a día por el exceso de importancia que a veces damos a cosas que realmente no tienen y por no valorar esas pequeñas cosas que son las que hacen granito a granito una vida plena y feliz: Los amigos, nuestras familias, unas largas conversaciones con una buena copa de vino, largos paseos por la playa, hablar con un niño y descubrir que, pese a sus limitadas capacidades del lenguaje nos dicen cosa tan llenas de sentido común.
Luz Casal, tomo tu ejemplo y te deseo dos cosas; que el éxito te siga acompañando como hasta ahora y que tu sensibilidad te haga todavía mejor persona (si cabe)
Desde aquí todo mi apoyo y fuerza. Y cuenta con que compraré tu disco (en una tienda).