La política penitenciaria siempre ha constituido un arma contra la banda terrorista. Lo sabía muy bien
Antoni Asunción (Manises, 1951) mientras ejerció como director general de Instituciones Penitenciarias (1988-1993) y comenzó a acometer la dispersión de presos de ETA. A Asunción se debe la introducción de ciertas prácticas psicológicas que luego han venido funcionando con bastante buen resultado para cuartear la unidad de los presos etarras. Unas técnicas que tuvieron continuidad en el tiempo y que han sido utilizadas desde hace un año por el ministro del Interior,
Alfredo Pérez Rubalcaba, y su brazo ejecutor en Instituciones Penitenciarias,
Mercedes Gallizo (Zaragoza, 1952).
En el otoño de 2008, Pérez Rubalcaba abrió un nuevo frente en la lucha contra ETA con una labor de zapa en las cárceles: hacer crecer la disidencia entre los reclusos etarras hacia la dirección de la banda. Para este fin, Pérez Rubalcaba y Gallizo han contado con un grupo de expertos formado por un comisario de la Policía Nacional especializado en la lucha contra ETA, un comandante de la Guardia Civil y un destacado funcionario de Prisiones que establecieron las primeras experiencias piloto en las cárceles de Zuera (Zaragoza) y Villabona (Asturias) como laboratorios de un nuevo intento de ruptura del colectivo de presos, con el objetivo de aislar a los considerados “
irreductibles” y convertirlos en minoría.
Una de las medidas fue la de reagrupar a veteranos disidentes de ETA en la cárcel de máxima seguridad de Zuera (Zaragoza), a la que trasladaron a 16 veteranos etarras, la mayoría ex dirigentes importantes de la banda, como
Francisco Mujika Garmendia, ‘Pakito’, o activistas con delitos muy graves, como
José Luis Urrusolo o
Ignacio Arakama Mendia, ‘Makario’.
La idea era aprovechar la disidencia en presos históricos de ETA, con delitos de sangre, para mostrar al resto del colectivo de presos la inutilidad de seguir con el terrorismo. Para esta no tan nueva estrategia –ya la había ensayado Antoni Asunción, junto a otros episodios de ‘guerra psicológica’ más de tipo personalista- el Gobierno trataba de hacer de la cárcel de Zuera un punto de concentración para contribuir, desde el colectivo de presos, a que la dirección de ETA desistiera del terrorismo en un momento en el que tenía muchos frentes abiertos.
‘Txelis’ y Pikabea, punta de lanza
La estrategia del Gobierno se apoyó en los resultados de una carta suscrita en junio de 2007 por dos dirigentes de ETA presos
José Luis Álvarez, ‘Txelis’, y
Kepa Pikabea, en la que denunciaban la marginación de los presos en el fallido proceso de paz, la “
inutilidad de la lucha armada” y el haberse convertido en obstáculo para el avance de la izquierda abertzale. Como consecuencia fueron expulsados de ETA y del colectivo de presos, lo que abrió otra fisura a la banda.
En marzo de 2009, entre los principales etarras disidentes se pudo contar con ex dirigentes como ‘Pakito’;
Carmen Guisasola ‘Lourdes’, ex jefa del comando Vizcaya;
José Luis Urrusolo Sistiaga;
Santiago Arrospide Sarasola ‘Santi Potros’, condenado a 790 años por el atentado de Hipercor, en Barcelona;
Rafael Caride Simón ‘Rafa Gallego’, que también participó en el atentado de Hipercor, o
Iñaki Rekarte, en la cárcel desde 1992. Estos ‘históricos’ se encargaron de generar un debate, provocando la discusión entre los etarras que llegaron a Zuera seleccionados por el equipo de Interior. Fuera de Zuera, esa labor la emprendieron también
Alvarez Santacristina, ‘Txelis’, y
Kepa Pikabea Ugalde.
A finales de 2009, en las prisiones de Villabona y Zuera había cerca de 40 presos de ETA que en algún momento habían mostrado algún signo contrario a la lucha armada. La intención del equipo de Interior era llegar al medio centenar de internos entre ambas cárceles, cifra con la que buscarían el paso público, el manifiesto contra la violencia.
La misma medida para los batasunos
La novedad, conocida ahora, es que esa misma política ha comenzado a aplicarse también a los dirigentes batasunos ‘reconvertibles’ en contra de la lucha armada, especialmente los tres citados: Álvarez, Petrikorena y Etxeberria. Álvarez fue detenido el 2 de octubre de 2007 por reincidir en el delito de pertenencia a organización terrorista e inducir a actos de terrorismo callejero en una manifestación convocada por Askatasuna el 11 de septiembre de ese años en San Sebastián. Desde el 19 de febrero de 2008 se encontraba en Topas hasta que el pasado 20 de julio fue trasladado a Logroño.
En la cárcel salmantina queda ahora como único dirigente de Batasuna
Joseba Permach, quien parece ser que aún representa ese sector del partido ilegalizado que continúa aferrado a las tesis de combinar atentados y política para conseguir la independencia.
Por su parte,
Rufino Etxeberría fue detenido en la operación contra la cúpula de Batasuna ordenada por el juez de la Audiencia Nacional Baltasar Garzón en la localidad guipuzcoana de Segura el 4 de octubre de 2007. Se encontraba en la cárcel madrileña de Aranjuez hasta que fue trasladado a Logroño. En las últimas fechas se hallaba en Madrid, junto a Álvarez, porque este martes la Sección Segunda de la Sala de lo Penal de la Audiencia Nacional hará público el auto en el que decide si prorroga la prisión de ambos.
Negociador junto a Otegi en el ‘proceso de paz’
Etxeberría desempeñó un papel destacado durante las conversaciones que acompañaron el último alto el fuego de ETA entre Batasuna, el PSE y el PNV en el Santuario de Loyola. En concreto, Etxeberria acompañó a Arnaldo Otegi en varios de estos encuentros secretos en la fase en la que comenzaba a tambalearse el proceso de paz. Los batasunos negociaron en Loyola con los socialistas
Jesús Eguiguren y
Rodolfo Ares y con los peneuvistas
Josu Jon Imaz e Iñigo Urkullu.
Ahora bien, el mismo camino que Etxeberria parece haber seguido el tercer dirigente de la izquierda 'abertzale' radical,
Juan José Petrikorena -encarcelado desde marzo de 2006-. Este tercer portavoz de Batasuna se encuentra en la cárcel de la capital riojana desde el 19 de junio de 2009, donde llegó procedente la prisión de Curtis (La Coruña), según fuentes penitenciarias.
El traslado de estos tres dirigentes supone un acercamiento sustancial al País Vasco, dada la cercanía y fácil comunicación entre Logroño y Vitoria. Por el momento, han sido casi en exclusiva las cárceles de Zuera (Zaragoza) y Villabona (Asturias) las que han servido para evaluar los planes del Ministerio en relación con los presos de la banda.
En Logroño, Álvarez, Petrikorena y Etxeberria están acompañados por otros cinco presos relacionados con la banda terrorista. Uno de ellos es
Iñaki Arakama Mendía, alias 'Makario', quien en 2005 fue sancionado por ETA por haberse apartado de su disciplina. Este terrorista, que participó en las conversaciones de Argel y cumple una larga condena por 18 asesinatos, fue trasladado a Logroño después de permanecer unos meses en Zuera, donde se encuentra la mayoría de los presos críticos con la actual dirección de la banda.