Artur Mas, presidente de Convergència i Unió y líder de la oposición en Cataluña, ha quedado un tanto descolocado con la nueva financiación autonómica, a la que se opone por estar convencido de que la cesta de impuestos prevista en el Estatut obliga a mayores ingresos para su comunidad. No es lo que dicen los catalanes en las encuestas, incluidos los catalanistas y nacionalistas que votan a CiU, pero quizá no le quede otra al heredero de
Jordi Pujol, inmerso en su sueño de conquistar el futuro, teniendo las manos libres.
Mas, que tuvo un papel decisivo en la aprobación del Estatut --terminó pactando con
Zapatero--, y que también ha acordado con el PSC la ley catalana de Educación, se muestra ahora distante de los socialistas, justo al contrario de lo que hace ERC. En unas declaraciones a La Vanguardia, Mas roza el lamento: "
El PSOE más bien ha dicho que a CiU y al PNV ya no los quiere como socios de referencia. El PSOE ya no tiene la visión de Felipe González. El PSOE de Zapatero prefiere a Izquierda Unida y a la Unión del Pueblo Navarro. No pasa nada. Está en su derecho".
No lo tiene fácil Artur Mas estando en la oposición en Cataluña, toda vez que eso le dificulta hacer valer sus diez diputados en Madrid. Tampoco su guiño a
Mariano Rajoy --"
veo al PP menos guerrero"-- le llevará muy lejos, ya que si se queja del talante autonómico del PSOE, va dado con el del Partido Popular. En realidad, el problema de CiU no está en Madrid, sino en Barcelona, donde va por la segunda legislatura en la oposición y las cosas se presentan complicadas para gestionar el futuro de Cataluña, máxime tras el buen acuerdo financiero alcanzado por
José Montilla con Zapatero. El pacto de la financiación autonómica marca un antes y un después en las siempre complejas relaciones entre España y Cataluña pero, sobre todo, disipa el riesgo de desafección catalana sobre el que Montilla ha advertido en más de una ocasión en los últimos meses. Ahora mismo, a Mas apenas le queda otra cosa que colocarse a la izquierda de ERC y eso ni es creíble ni le causa el más mínimo entusiasmo a la pragmática burguesía catalana. Su futuro está en la centralidad política de Cataluña, donde compite con el PSC.