Las negociaciones para avanzar en el proceso de paz en el País Vasco parecen estancadas, aunque algo menos de lo que algunos políticos han transmitido a la opinión pública. Este diario ha podido saber que los escollos han surgido por una doble división: primero en Batasuna, y luego en la propia ETA. Les contamos los pormenores.
Según nos confirman fuentes de total solvencia, el estancamiento se ha producido por la metodología, el calendario y el temario de la mesa de partidos. No tiene nada que ver la cuestión de Navarra, ni siquiera el ‘derecho a decidir de los vascos’ -eufemismo sobre la autodeterminación-. El problema es que para constituir la mesa de partidos, todos los partidos democráticos exigen que Batasuna esté, pero que lo sea de forma legalizada.
Sin embargo, los batasunosestán divididos. En su mayoría no quieren legalizarse bajos las leyes del Estado español; es decir, la Ley de Partidos Políticos, y plantean dos soluciones: que se hable con ellos en la actual situación -ilegalizados- o que se derogue la Ley de Partidos. Ni una cosa ni otra, obviamente, acepta el PSE y mucho menos el Gobierno.
No obstante, parece que en Batasuna -tal y como les hemos contado en exclusiva- se afianza la idea de no legalizarse ni siquiera para las elecciones municipales de mayo de 2007: plantean la posibilidad de presentarse en los respectivos municipios con la fórmula de ‘asambleas de electores’ o similar.
La división de ETA viene por otro lado: los ‘pactistas’ no pueden controlar a todos sus comandos y entre sus filas hay quienes piensan que el proyecto de paz no llegará hasta el final y hay que prepararse, por tanto, para un eventual regreso a las armas. De ahí que algún comando robara las pistolas en Francia. Pero en ETA saben que no habrá conversaciones en tanto la paz total no sea decretada.
En esos parámetros es en los que ahora se mueve el proceso.