La carambola de Aguirre que algo esconde
martes 05 de mayo de 2009, 18:17h
Estaba la presidenta de la Comunidad de Madrid, Esperanza Aguirre, detallando, en el pasado pleno parlamentario sobre la crisis y el paro, sus iniciativas políticas contra el continuo crecimiento del desempleo, cuando de pronto soltó que, para ahorrar dinero público, suprimiría la Consejería de Cultura, Deportes y Turismo, dirigida hasta ese mismo momento por Santiago Fisas. Ese mismo día, el PP de Mariano Rajoy había aprobado su lista para las elecciones europeas, que estará encabezada por Jaime Mayor Oreja, y en ella aparecía la única aportación del PP de Madrid. Aguirre había conseguido hacer carambola en este juego del billar político, Fisas se iba a Europa y no era necesario echar a nadie de su Ejecutivo. Sólo quedaba por resolver quién se quedaría con las competencias de la eliminada consejería. El vicepresidente y portavoz del Gobierno regional, Ignacio González, se llevó Cultura y Deportes, y el consejero de Economía y Hacienda, Antonio Beteta, Turismo. La consejera de Educación, Lucía Figar, se quedó sin añadir a su departamento las competencias que tenía Fisas antes de convertirse en aspirante a un escaño del próximo Parlamento europeo.
Aguirre de un plumazo resolvió todo con una carambola, apuntándose un tanto dentro del PP de Madrid, que se podía haber resentido si Rajoy hubiese hecho su candidatura para las elecciones europeas de junio de otra manera. Si la vicepresidenta Primera de la Asamblea de Madrid, Cristina Cifuentes, hubiese sido candidata a Europa, tendría que haber dejado el Parlamento regional y se hubiese convertido en un problema para Aguirre y para Rajoy, quien conocía sus ganas para cambiarse de parlamento y que la mandataria madrileña veía bien esas pretensiones. El presidente nacional del PP prefirió no meterse en líos con el PP de Madrid, para no herir la sensibilidad de su presidenta, dejando fuera a Cifuentes, quien está en el bando de Aguirre y cuya marcha podría haberse visto como una operación de pesca furtiva de los chicos de Génova en el río aguirrista.
Después del reforzamiento de la imagen y autoridad de Rajoy, tras el triunfo electoral del PP en los comicios gallegos, algunos creen que Aguirre lo tiene muy crudo para ascender dentro del partido y aspirar a convertirse en la dama de hierro, la dueña y señora de Génova, y la nueva okupa en el despacho del actual presidente nacional del PP. Esos mismos consideran que si Aguirre desea repetir como candidata en los próximos comicios autonómicos, de lo pensado y no dicho sobre cuestiones sucesorias, nada de nada. Asimismo, piensan que en el que caso de que la mandataria regional desease retirarse o aspirar a otras tareas de mayor relevancia lo lógico sería optar por un sucesor sin rechazos evidentes en ninguna instancia popular. El todo poderoso vicepresidente, ahora más gordo que antes al tener más competencias tras la marcha de Fisas, podría ser el aspirante natural a suceder a Aguirre al frente del poder regional del PP, aunque para otros esa decisión sentaría mal a Rajoy, quien en el congreso nacional de Valencia colocó en su Ejecutiva al consejero de Sanidad, Juan José Güemes, quien para esos mismos podría pasar de ser el niño mimado de la presidenta al niño premiado.
Dicen que Aguirre desconoce todos esos movimientos y que, en todo caso, le traen sin cuidado porque ve lógico que sus niños consejeros jueguen a ser mayores, en los recreos de hay entre clase y clase de política dictada por la máxima dirigente del PP madrileño. La carambola de Aguirre consiguió pasar desapercibida porque lo que escondía era más relevante que lo que aportaba.