Las atenciones públicas del día están hoy puestas, preferentemente, y a salvo de imprevistos, en dos escenarios bien distintos y distantes: de un lado, en Madrid, en las gestiones e investigaciones que hacen los miembros del Comité Olímpico Internacional, que deben decidir qué ciudad reúne mejores condiciones para ser la sede de los Juegos de 2016. Madrid aspira a conseguir esta designación, que ya perdió en una ocasión anterior por gracia de una pregunta del príncipe
Alberto de Mónaco sobre los niveles de seguridad antiterrorista de Madrid. Aquella impertinencia del monegasco parece que fue definitiva para echar atrás las pretensiones españolas.
El otro escenario es Euskadi y en concreto su Parlamento, donde
Patxi López convalidará sus aspiraciones de ser jefe del Gobierno, y en la misma ocasión,
Juan José Ibarretxe y sus socios peneuvistas pasarán a la
oposición, por vez primera en tres décadas de parlamento vasco...
Dos escenarios bien distintos y se supone que con las correspondientes incertidumbres: en Madrid tardaremos unos meses en conocer la decisión de los expertos internacionales. En Euskadi probablemente se tarde menos en comprobar si cambia el clima político, y si se observan novedades inmediatas.
Por lo que se refiere a los miembros del Comité Olímpico, parece que están siendo tratados con toda suerte de mimos y atenciones. La ciudad de Madrid lleva ya efectuadas grandes inversiones para cumplir los requisitos de la candidatura. La designación de la capitalidad olímpica se cree que significará la devolución aumentada de tales inversiones, en imagen y en atenciones turísticas mundiales.
¿Compensará las incomodidades que deberá soportar el ciudadano? El esfuerzo de la estrategia pasa por "encandilar" al ciudadano corriente, haciéndole ver las ventajas de que Madrid sea ciudad olímpica: las mejoras de la ciudad serán importantes y sus dotaciones, particularmente las deportivas, serán incuestionablemente ventajosas. El precio también está siendo elevado, nadie lo duda. Madrid ya hace tiempo que ocupa el primer lugar entre las ciudades más endeudadas y es evidente que las obras en marcha y las previsibles no resultarán baratas. ¿Compensa todo eso? A muchos ciudadanos no termina de convencerles la campaña del
"tengo una corazonada", y preferían tener que ver los Juegos Olímpicos del 16 como siempre: desde la distancia...
En Euskadi también se confía en que las novedades traigan ventajas indudables. Las novedades pasan por la sustitución de un Gobierno del PNV por otro de socialistas e independientes, con apoyo del PP. Algo, sin duda, extraño y sorprendente, en un momento en el que el Gobierno de la Nación, que preside
Zapatero, se ve permanentemente atacado con la mayor severidad desde el propio PP. ¿Podrá simultanearse esa situación, de colaboración en Euskadi y confrontación en el resto del Estado? Eso es lo que se nos promete y lo que parecen haber pactado Patxi López y
Antonio Basagoiti.
Muchos españoles nos preguntamos si todos los consensos y entendimientos que han alcanzado los vascos no serían adecuados, también, a otros niveles y con idénticos propósitos de resolver los problemas más arduos: la lucha contra el terrorismo, la salida de la crisis económica, el final de los frentes políticos entre españolistas y vasquistas. Cabe suponer, en todo caso, que esos nuevos aires que tratarán de imponer en Euskadi los responsables políticos del PSE y del PP, supondrán una cierta mejoría, también, para el resto de la nación española en su conjunto, pero eso es puro voluntarismo...