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Aroma de poder

Aroma de poder

lunes 04 de mayo de 2009, 09:30h
El verdadero título de la película dirigida por Martin Brest y protagonizada por Al Pacino Christ  O’ Donell, es 'Esencia de mujer', pero a mí me conviene cambiar un poco el título y adaptarlo a una realidad más cercana, porque jugar con las palabras y emplear los fórceps para hacer que las metáforas paran nuevas formas de contar lo que representan es un arte con el que no todos se atreven.

En el filme 'Esencia de mujer' un militar parcialmente discapacitado por ciego, sigue oliendo, sintiendo, disfrutando de íntimas sensaciones cada vez que hay cerca de él una mujer. Sólo ha perdido la vista pero el resto de sus sentidos están a flor de piel y por eso es capaz de detectar con un impulso más intenso que el resto de los videntes la realidad que transmite una mujer – para él una hembra-  cuando percibe la cercanía erótica de un perfume que sólo puede reflejar una mujer que proyecta deseo y provoca atracción.

Esa esencia de mujer – la esencia es el núcleo del aroma – descoloca a los fuertes, desconcierta a los débiles, enloquece a los inconstantes, reafirma a los que nunca dudan y provoca a los que se creen que están de vuelta de todo. Esa esencia de mujer es poder y actúa así ante la gente cuando se produce un cambio de ciclo.

Esto es algo que se percibe desde siempre. Los hombres, y también las mujeres – no se me enfade, señora ministra Aído – se sienten atraídos por el poder, y el poder huele, transmite un aroma, es una esencia perceptible por todos, y lo es especialmente antes de serlo, cuando está a punto.

Los cadáveres políticos huelen antes de corromperse, por eso cuando alguien empieza a perder el aroma del poder provoca – antes que nadie entre los suyos – un cierto hedor que no gusta.

En cambio aquellos que transmiten la esencia de poder antes de haber llegado a ostentarlo trasladan la sensación de que ya han ganado.

No creo que sean las encuestas las que provoquen este cambio de conducta en el electorado: es el aroma a poder el que consigue cambiar las conductas y las sensaciones de los humanos (y humanas, señora ministra Aído).
Es evidente que sobra este final para interpretar lo que digo, pero para los que estudiando la LOGSE lo cuento: el que atufa es Zapatero y el que huele bien es Rajoy.
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