Fobias y filias en la Caja Madrid de los líos

Durante meses hemos vivido batallas entre los representantes de las distintas sensibilidades del PP presentes en sus órganos de dirección. Unas veces los roces tenían que ver con  la renovación de los consejeros elegidos por ayuntamientos, sindicatos y partidos políticos a través de instituciones públicas como la Asamblea de Madrid y con la necesidad de darle el finiquito a su presidente, Miguel Blesa, amigo de ex presidente del Gobierno de España José María Aznar, según criterio de la presidenta de la Comunidad de Madrid, Esperanza Aguirre, enfrentada desde hace mucho con su compañero de partido Alberto Ruiz-Gallardón. El alcalde de la capital  está molesto porque la Ley regional de Cajas de Ahorro le quita casi la mitad de los representantes  que hasta la fecha tenía el Ayuntamiento de Madrid en la Asamblea General de Caja Madrid.
Aguirre sacó adelante esta norma con el apoyo del PP, la abstención del PSM y el voto en contra de IU, quien, por cierto lleva diciendo lo mismo desde que este proceso se inició. Los nuevos estatutos de la entidad crediticia no fueron aprobados por la Asamblea General, con lo que el triunfo de Gallardón supuso sólo una pequeña victoria frente a  Aguirre, quien en su ley dejó claro que si eran rechazados se aplicarían de todas las maneras porque esta decisión recae en el Consejo de Gobierno. La culpa de todas estas batallitas por el control político de Caja Madrid tiene mucho que ver con los amores y desamores, con las fobias y las filias. Espe no ama a Alberto, pero ambos tienen entre sus amigos a los que batallan contra sus enemigos, con independencia del escudo político que llevan en la camiseta que sudan y que les ayuda a mantenerse en el sillón que ocupan en la entidad crediticia. Los populares se han movido guiados por las brújulas  diseñadas por Gallardón y Aguirre para que den la orientación que les venga en gana, a cada uno,  en cada momento. Los socialistas, que se han movido dependiendo de la hora del día que marcaba el reloj de otros, han pasado de votar los designios de Aguirre a abstenerse para mantenerse equidistantes de los dos grandes protagonistas del PP: el alcalde y la presidenta.
De pronto, el Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero recurre la Ley de Cajas de Aguirre, ante el Tribunal Constitucional, y parece acercarse a los argumentos del primer edil del Consistorio capitalino, dejando descolocados a sus compañeros del nuevo socialismo de Tomás Gómez, quien se ha quedado con el trasero al aire fresco porque siempre ha dicho lo que mejor cuadraba en cada momento. El secretario general del PSM, quien en la reunión que mantuvo con Aguirre, nada más ser reelegido en el cargo ya trató de Caja Madrid en busca de un consenso que nunca llegó y que se espera ahora, llegó a abrir expedientes sancionadores a Antonio Romero y Francisco Pérez, amigos de Rafael Simancas,  quien durante muchos años ocupó la Secretaría General de los socialistas madrileños y que está entre los no amigos de su sucesor en el cargo. Estos dos chicos del PSM cometieron el error de votar a favor de Gallardón y en contra de Aguirre en la cuestión  de adelantar el despido de Blesa, cuando la orden de Gómez era situarse al lado de la mandataria madrileña. El recurso de Zapatero contra la Ley de Aguirre apuntala las tesis de Romero y Gómez y descoloca a Gómez, quien, sin cortarse un pelo, asegura que siempre ha defendido lo mismo respecto a estos temas de quítate tú para que me ponga yo como consejero de Caja Madrid.
¿Serán amnistiados los disidentes del PSM de Gómez? Ya sólo queda por saber qué dirá el Tribunal Constitucional sobre este caso de fobias y filias en la casa de los líos en que se ha convertido Caja Madrid por culpa de los manazas colocados por los políticos que han puesto sus dátiles en la cuarta entidad financiera del España.