Una televisión recuperó este miércoles las imágenes en las que el portavoz de Justicia del PP en el Congreso,
Federico Trillo, recriminaba al presidente del Consejo del Poder Judicial por no haber sancionado al juez
Garzón atendiendo a la reclamación del propio Trillo y del PP. Contraponía estas imágenes del Trillo implacable, exigente, incluso prepotente, en suma, del vengador al Trillo que en las últimas horas ha reaparecido en su anterior efigie de ministro de Defensa, en cuya gestión apareció un horroroso drama llamado Yak 42, que dejó desperdigados en la montaña turca de Trebisonda los cadáveres de 62 militares españoles que regresaban de su misión en Afganistán.
El Trillo del Yak, de la invasión de Irak y de la ocupación de Peregil ha aparecido estos días en la política española y no precisamente para bien de su propia figura histórica ni de su partido en los tiempos en que le correspondió gobernar. Federico Trillo, en efecto, ha reconocido que aquella gestión ministerial le condujo a unos cuantos años de
"exilio interior" en su propio partido, del que finalmente parecía verse redimido en la presente legislatura, con su designación para encabezar los asuntos jurídicos de su partido en el Congreso de los Diputados. La rememoración del Caso Yak y, en concreto, la revisión judicial del episodio pasmoso de la recuperación de las víctimas de aquella tragedia, ha buscado a un culpable máximo y nuevamente se evoca la figura de Trillo y de sus declaraciones a sus colaboradores para que regresaran a Madrid con los cadáveres
"cuanto antes", sin prestar la suficiente atención a si estaban o no bien identificados los restos de cada cual.
Ya es sabido lo que sucedió a continuación: que algunos familiares descubrieron que el cadáver que se les entregaba, presuntamente de
"su" militar muerto, no lo era, y que nada menos que treinta de los 62 tenían mal determinada la identificación. Con ocasión de esta revisión judicial del asunto se volvió a reclamar la presencia y el testimonio de Trillo, pero los jueces no consideraron necesario que así fuera, por lo que Trillo es
"el gran ausente", muchas veces recordado y no para bien.
Los veteranos de la información y, por supuesto, de la milicia recuerdan aquellos días de dolor y de nervios, de muchas prisas, en los que urgía recuperar los cadáveres para la correspondiente ceremonia del funeral y del sepelio o incineración de las víctimas.
"Menos mal que habéis llegado al funeral de Estado", dijo Trillo, en aquellas horas, a quienes había enviado a Turquía a recuperar los restos mortales de las 62 víctimas. El testimonio del teniente general
Beltrán ha sido extraordinariamente explícito: Yo estaba dispuesto a traerme los cadáveres como fuera, incluso si estuvieran sin identificar, siempre que fuera legal.
Claro que ambas cosas eran incompatibles. Para su repatriación, los militares muertos debían haber sido precisamente identificados e inscritos en el registro consular, con el correspondiente certificado de defunción. Con un agravante: el fiscal turco advirtió a los generales españoles que había 30 cuerpos sin identificar. ¿Resistirá Trillo, en su imagen actual, la recuperación de aquella su vieja experiencia de ministro del Gobierno
Aznar? El ex ministro y portavoz sólo es un recuerdo de otros tiempos, que el PP había preferido mantener en la oscuridad durante unos cuantos años...