No soy una excepción y tengo mis particulares debilidades y vicios (todos confesables, por cierto, así que no se emocione nadie). Todo esto lo cuento por lo siguiente: teniendo en cuenta todo lo dicho hasta aquí he de decir que hay dos personajes del mundo de la comunicación por los que siento debilidad confesa: Wyoming y Carmen Rigalt. El primero me hace reír, y ya saben ustedes que las mujeres nunca olvidamos a los hombres que nos hacen reír (lo hace a través del plasma, es cierto, pero lo hace). Puedo o no estar de acuerdo con sus comentarios pero reconozco en él ingenio. Y tiene dos obsesiones: la Iglesia católica y el PP. Wyoming cree a pies juntillas que no hace menos de un mes salió de una trinchera y que todavía estamos en 1939. Su obsesión por las dos Españas es casi tan fuerte como la de Jiménez Losantos. Es más, yo diría que son las dos caras de la misma moneda. Ambos están en la misma trinchera, uno disparando hacia el norte y el otro hacia el sur.
Carmen Rigalt es otra de mis debilidades. Me encantan las confesiones que hace de sus imperfecciones que no la despeinan lo más mínimo. Tiene días que suscribo lo que dice y otros no, pero me deleito siempre con su verborrea escrita. De la misma manera que me sucede con el Wyoming. Pero esta vez me posiciono por Carmen. Lo de Wyoming es una obsesión que merece diván. No se puede ser ateo y estar todo el día mentando a Dios. La Iglesia es noticia a veces, no siempre como quiere hacer ver el Wyoming. Además olvida un pequeño detalle; que ellos también tienen derecho a opinar. Wyoming tiene tan presente a la Iglesia en su vida y programa que hasta tiene un muñeco de peluche al que llama Beni (por Benedicto XVI) y que va vestido de cardenal. El tal Beni comete todo tipo de fechorías y dice bastantes barbaridades.
Es muy probable que la infancia de Wyoming haya trascurrido rodeada de curas que o le pegaban o algo le hacía, de lo contrario no se entienden estas obsesiones. En cuanto a la otra que tiene, el PP, es más comprensible aunque con necesidad también de diván. El no a la guerra es ya más antiguo que la invención de la rueda y lo sigue invocando como una suerte de mantra antisistema. Wyoming, si lo que quieres es seguir yendo de rebelde tienes que cambiar el objetivo de tus críticas porque ni la iglesia ni el PP son los que gobiernan. Reconoce hombre, además, que es más dramático que cada día 3.000 personas se vayan a la calle que que se hunda el Prestige. ¿no?
Mientras, seguiré cultivando mis debilidades. Y, yo como Carmen, estando más cerca de Wyoming que de los curas, también desapruebo sus esperpentos.