domingo 15 de febrero de 2009, 20:47h
La presidenta de la Comunidad de Madrid posee el innegable don de torear para la galería y sacar de la chistera una paloma ante los ojos asombrados de los espectadores, convencidos de que en el fondo del sombrero había un pañuelo. Maestra en el artificio y doctora en las ciencias de la propaganda, ha venido encandilando a una buena parte de la sociedad madrileña con desplantes de corte populista y apabullante protagonismo mediático que ha semi-ocultado la realidad de su desgobierno. Con la Sanidad y la Educación seriamente cuestionadas, Esperanza Aguirre permanece también ausente en la aplicación de medidas y elaboración de propuestas sobre la actual crisis económica y la grave evolución del paro en Madrid.
Al fin, y esta vez contra su voluntad, la señora Aguirre ocupa el centro de la actualidad como responsable última de la dirección política del PP madrileño y del gobierno de la Comunidad, sacudidos por el doble escándalo de la corrupción y del espionaje. Ya no tiene éxito en sus intentos de silenciar la realidad o distorsionarla con la descarada utilización de la televisión pública a su servicio. Desde medios que no le son hostiles se señala la especial relación de confianza entre el recién cesado o dimitido Consejero de Deportes, López Viejo y ella ,hasta el punto de haberle confiado la organización y pago de los innumerables eventos que enriquecen la agenda de la presidenta, por encima del criterio de otras consejerías. La señora Aguirre, en contra de quienes valoran como un gran gesto la decisión de cesar al consejero o alentar la dimisión del imputado Alcalde de Boadilla, no ha hecho otra cosa que intentar quitarse lastre. Pero ha tenido buen cuidado en medir sus gestos al no iniciar siquiera un expediente para privarles de la militancia y, sobre todo, para impedir el sarcasmo de que sigan siendo concejal y diputado, respectivamente.
Es absolutamente legítimo, por tanto, que desde la oposición se reclame el fin de esta situación aberrante, así como que desde las filas del Partido Popular, en el que habitan muy respetables demócratas, se exija la máxima transparencia en el desarrollo de la Comisión de Investigación abierta en la Asamblea de Madrid. Como afirma la propia señora Cospedal, si hay manzanas podridas, hay que tirarlas, separarlas del resto. No basta con sacar brillo a la parte todavía sana de la fruta podrida y mostrar el conjunto en una hermosa cesta envuelta en celofán, con lazos de colores, en una Feria de Alimentación organizada por Correa y López Viejo. Ya está bien de piruetas.