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No en mi nombre, don Mariano

No en mi nombre, don Mariano

miércoles 07 de marzo de 2007, 12:08h

Convendría hilar fino, muy fino, con la representación que se irroga el Partido Popular, cuando su presidente Mariano Rajoy habla en nombre de España. Nada de eso, señor mío. Hable, si así le place y/o le interesa, en nombre de su partido. Incluso corra un poco más la mano, y, por aquello del impacto mediático, exagere un mucho atribuyéndose la representación de sus diez millones de votantes, que ya es mucho atribuirse. Pero vamos a dejar España en paz. Porque este país, el nuestro, es plural, bastante maduro en su conjunto, y tan variopinto como no les gusta reconocer ni a los centralistas exacerbados ni a los nacionalistas centrífugos.

No cabe duda de que el acto –para el columnista, valiente, sensato aunque con un coste electoral que el Gobierno aún no ha evaluado—de atenuar la prisión de Iñaki de Juana, por muy ceñido a la legalidad que esté, repugna a muchísimos de mis conciudadanos. Incluso quienes estamos a favor de este Gobierno, en el mejor de los casos, lo consideramos simplemente un mal menor. Pero, al menos el columnista, jamás puede confundir justicia con venganza.  Así son las leyes, que hacen que un asesino siga siendo titular de algunos derechos irrenunciables que los poderes públicos no sólo deben tutelar sino proteger.

Uno, el columnista, sigue siendo más partidario de este Gobierno que de la ruidosa y, en ocasiones, desleal oposición. Ya sé que ZetaPé y sus ministros no son para tirar cohetes. Ni falta que hace, añado. Cometen ingenuidades a porrillo, aciertan en muchísimas ocasiones (más de las que a la oposición le interesa o le conviene), tienen en su haber pequeñas infamias, errores de bulto (no hay más que ver el tratamiento que el Ministerio de Fomento, en materia de infraestructuras y servicios, le da a mi maltrecha Galicia) y el resto pues en esa zona gris, un tanto kafkiana, en la que se mueve, al menos desde Chindasvinto, cualquier Administración pública española.  La política, como decía aquel, es el arte de lo posible. Se esté en el Gobierno o se esté en la oposición. No conviene olvidarlo.

Por ello quizá convenga que el sábado, las huestes manifestantes no se envuelvan en la bandera de todos. Lo del sábado, don Mariano, es un acto de partido, el suyo. Saquen a pasear la gaviota de su logotipo. Pongan a caldo no sólo a Rodríguez Zapatero, sino a quienes le apoyamos. Están en su derecho. Como el Gobierno está en la obligación de tragarse este sapo.

Con la atenuación de la prisión del etarra De Juana, este Gobierno corre un riesgo calculado. De la misma forma que el Partido Popular, con la manifestación –la primera de ocho que convoca bajo sus siglas— del sábado también corre el suyo. Sin complejos, que este es un país libre. Vuelen pues las gaviotas del PP sobre el recorrido. Que uno procurará ponerse a cubierto de sus corrosivas deyecciones, claro.

 

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