A nadie se le escapa que una de la claves de las próximas elecciones de mayo estará en Navarra. Después del alto el fuego de ETA, el Partido Popular, y su 'sucursal' en esta autonomía, Unión del Pueblo Navarro (UPN), han tratado de extender la idea de que la Comunidad Foral está en peligro de absorción por parte del País Vasco.
Navarra está gobernada por una coalición de UPN/PP y los centristas de Convergencia de Demócratas de Navarra (CDN), comandada por Miguel Sanz y el líder de estos últimos, Juan Cruz Alli. Sin embargo, muchas de las encuestas publicadas en los dos últimos años reflejan un agotamiento de la figura de Sanz y de la forma de gobernar de UPN, en muchas ocasiones hostil hacia aquellos símbolos vasquistas que, según los datos sociólogicos, forman parte de la identidad de un tercio de los ciudadanos navarros, como el euskera.
La suma de UPN y CDN está en 23 escaños, pero la última encuesta encargada por el Parlamento les otorga 21, con una pérdida de un asiento a cada partido. Uno de los síntomas más peligrosos que percibe Sanz es la irrupción de la coalición Nafarroa Bai (Aralar, Eusko Alkartasuna, PNV y Batzarre), que ya permitió a Uxue Barkos llegar al Congreso de los Diputados en 2004, y cuya tendencia es ascendente desde entonces. El PSN-PSOE, por su parte, se postula como el segundo partido con más opciones de gobernar, aunque nunca en solitario. Su candidato será Fernando Puras, impulsado desde Moncloa, dado que el secretario general del partido Carlos Chivite genera recelos en Ferraz. Hasta ahora no ha aclarado si está dispuesto a gobernar con los nacionalistas vascos.
La otra incógnita está en saber si la izquierda abertzale se presentará o no de forma legal. En todo caso, su espacio político histórico (llegó a ser segunda fuerza en Pamplona) ha quedado muy reducido tras la escisión de Aralar y la marcha de su dirigente histórico Patxi Zabaleta al rechazar la violencia de ETA. Algunos sondeos indican que NA-BAI podría gobernar la capital navarra, Pamplona, gracias a la buena imagen de su cabeza de lista, la diputada Barkos, si los socialistas le dieran su apoyo. Y recíprocamente, NA-BAI apoyaría a los socialistas para alzarse con el poder en la Comunidad Foral.
Navarra, pues, estará en un pañuelo y pendiente de las coaliciones postelectorales. UPN, consciente de que puede perder el poder, trata de mantener movilizado a su electorado, y podrían ser los siguientes en convocar una manifestación ésta en favor de la identidad de Navarra como comunidad diferenciada.