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Bajarse al moro

Bajarse al moro

miércoles 07 de marzo de 2007, 05:35h
El viaje de Zapatero a Marruecos ha hecho visible el buen momento de las relaciones entre ambos países. Ha sido un largo camino para deshacer el entuerto del encono con el que Aznar planteó la diplomacia con el vecino del sur.

   No es fácil llevarse bien con el Reino alauita, son exigentes, correosos, imprescindibles en la geopolítica del Norte de África y, si quieren, la única contención a la avalancha de inmigración ilegal. Por eso la estúpida guerra de Perejil tuvo el coste de cientos de pateras cruzando el estrecho mientras los miembros de la gendarmería miraban para otro lado y las mafias se hacían de oro jugando con las vidas de los necesitados; muchos de los cuales no llegaron al otro lado.

   La mezcla de irritación y desprecio que el ejecutivo de Rabat provocaba en Aznar llevó a la retirada de embajadores y a que, además de las pateras, no hubiera acuerdo de pesca, con lo que la flota onubense y la gallega sufrieron la peor crisis económica y  en parte tuvieran que acogerse a las ayudas europeas para su desmantelamiento.

   Tres años de templar gaitas, de suavizar tensiones, de tratar con respeto, de mirar de igual a igual y la ayuda del Rey Juan Carlos han servido para que, recordando el título de una ocurrente película, Zapatero ya no necesite bajarse al moro para que nuestros barcos vuelvan a pescar en el importante caladero marroquí.

   Marruecos es, además, una pieza deseada de la diplomacia europea y no hay más que recordar como Chirac intentó, ante el desprecio español, conseguir una relación de mayor privilegio para Francia.

Es importante señalar que Rabat está colaborando activamente con España en la lucha contra el terrorismo islamista y que la política marroquí no practica ningún tipo de veleidad o de tolerancia con el islamismo radical.  Las empresas españolas han hecho fuertes inversiones al otro lado del estrecho y más que quinientos mil trabajadores marroquíes viven en España de forma legal. Uno de los últimos  escollos por superar: la inmigración ilegal de menores no acompañados parece más cerca de resolverse  porque Driss Yetú ha aceptado agilizar el retorno de forma más fluida y eficaz.

   Todo esto es buena muestra de las ventajas de no mirar por encima del hombro a algunos Estados mientras se rinde tanta pleitesía a otro. Aspecto pendiente, pero no menor, es la solución al conflicto del Sáhara de donde nos fuimos vergonzantemente ante la Marcha Verde y que tantos años después no parece interesar a nadie.

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