martes 20 de enero de 2009, 18:32h
El presidente Rafael Correa firmó ayer desde uno de los balcones del Palacio de Carondelet y ante decenas de sus partidarios la controvertida Ley Minera.
A quienes se oponen a la Ley les endilgó, entre otros epítetos, el de “fundamentalistas ecológicos” o militantes de un “izquierdismo infantil”. De las organizaciones indígenas que han llamado a medidas para hoy, dijo que se trataba de “pequeños grupos”.
Esta suerte de desafío de Correa a sus opositores, se produjo casi al final de la repetición a los congregados en la Plaza Grande de Quito del Informe a la Nación que rindiera la semana pasada ante el Congresillo. Esta vez fue más breve y prescindió de los recursos audiovisuales que intentó utilizar infructuosamente en el Palacio Legislativo.
Correa se vio arropado por sus principales colaboradores.
En ese contexto enumeró a los que considera sus opositores, además de los ecologistas y ciertos sectores de la izquierda. Incluyó entre ellos a la burguesía y a los medios de comunicación, así como a las cámaras. El mandatario, siguiendo su estilo habitual, abona el terreno para nuevas confrontaciones.
Llama la atención en la reunión de ayer, la asistencia de varios grupos de trabajadores, algunos de instituciones públicas y en horario laboral. Hace unos días apenas Correa amenazó a los trabajadores que participaran en las protestas de entonces con sanciones si es que lo hacían en ese horario. ¿Aplicará esa decisión a los que fueron a vitorearle? Es casi seguro que no, pues hay quien suele olvidar lo que le conviene.