La excarcelación del terrorista Ignacio de
Juana Chaos ha devenido en un símbolo de la forma de gobernar del presidente
Rodríguez Zapatero. Él va a lo suyo. Y lo suyo, ahora, es reanudar, como sea, el "proceso de paz". La excarcelación del etarra es un decisión política y como tal hay que relacionarla con ese juego de espejos en el que un día
Otegi dice en un periódico de Barcelona una frase que "suena bien" y al siguiente, como quien no quiere la cosa, Zapatero encuentra "elementos diferentes" en esa declaración. Otegi no dice que Batasuna está dispuesta a condenar el crimen como instrumento político y por eso van a repudiar el tutelaje de la ETA -palabras que sí contendrían, de verdad, "elementos diferentes". No dice nada de eso, pero la nimiedad que segrega es acogida por los medios afines como un "factor a tener en cuenta", un "progreso". ¿Se acuerda alguien de lo que ocurrió el 30 de diciembre en Barajas? Apagados los focos, pasada la página, consumido el trance ¿alguien se acuerda de
Palate y
Estacio, los trabajadores ecuatorianos asesinados? Parece que no.
Alicia entra y sale del espejo y en él último de sus viajes se ha llevado con ella a De Juana Chaos. Atentos a la pantalla, porque ahora -como tienen que explicar el asunto- ha llegado la hora de las anfibologías y quien va a sufrir un prueba muy dura es el lenguaje.