Al fin iba a ser su día. El día del héroe. Y lo había esperado con tal ansiedad que ni él mismo se aguantaba. Por eso en la primera semana, Rafa Zohuier, no se pudo reprimir y escribió en un papel un mensaje que pegó al cristal de la pecera intentando mostrarlo a las víctimas asistentes a la Vista: “Yo me jugué la vida para salvar 191 vidas”. La misma inquietud le puso de los nervios, en la segunda semana del juicio, cuando escuchó la declaración de su amigo Rachid Aglif, “El Conejo”, también procesado, que le incriminaba. Aspavientos, risas, gestos ...aquel día acabó en los calabozos porque el presidente no Gómez Bermúdez no le aguantaba más. Pero hoy le iban a oir. Todos los españoles. Y para eso el striper, puerta de discoteca, camello y telepizzero se había preparado el vestuario: a lo vaquero de Marlboro pero en plan bakala, por la mañana, y, cambio de atuendo en la comida, para ponerse doble camiseta, rojo por debajo, de manga larga; negra y de manga corta encima, con dibujitos tribales a juego en una y otra, pecho y mangas: hecho un cromo en el banquillo de los acusados. Y embozado, como en una manifestación, tras un cartel imaginario: “yo avisé a la Guardia Civil de la venta de explosivos que mataron a 192 personas el 11M”. ¿Cómo pueden pedirle 20 años por colaboración con grupo terrorista y tráfico de explosivos a un héroe?
LABIA. Su problema es que su labia de trapicheador de hachis y su capacidad de enredador de bajos fondos le pudo valer con los agentes de la UCO de la Guardia Civil, con los que oficiaba de confite, pero mal servicio le han prestado hoy durante los sucesivos cara a cara que ha mantenido primero con el fiscal Javier Zaragoza, después con las acusaciones particulares y las demás defensas, y, siempre con el presidente, Javier Gómez Bermúdez. Porque a Zohuier cuando le aprietan las clavijas en el interrogatorio o le preguntan por lo que no le interesa interrumpe, riñe o descalifica a quien le interroga, dice que él solo sabe de explosivos y no de las tonterías que le están preguntando y siempre, siempre, se pasa del listo que no es. El resultado es una sesión caótica que no pudo salvar ni el siempre ordenado Gómez Bermúdez que intentó explicarle un montón de veces al acusado las reglas del juego y cortó hasta dos veces los interrogatorios para ver si su abogado podía calmar y poner en razón al delincuente. No lo logró casi nunca porque Zohuier es tan niñato que encima hasta se pavonea entre el hartazgo y la hilaridad general del público de la Sala : “!Ni cuatro fiscales vais a poder conmigo!”
AMISTADES PELIGROSAS. Pero tamaño espectáculo a nadie engaña. Zohuier reconoce haber iniciado sus relaciones con los asturianos Suárez Trashorras y Antonio Toro en Asturias aunque sabe que trafican con explosivos. Reconoce que mantuvo, ya en libertad, los contactos y que se reunió en Madrid con ellos y con Jamal Ahmidam “El Chino, el jefe operativo del 11M, en dos ocasiones antes de los atentados. Y está demostrado que, pese ha haber denunciado a la Guardia Civil en 2003 los deseos de los asturianos de vender explosivos, desde ocho meses antes de la salvajada en Atocha, el presunto “heroe” no dijo una sola palabra a la Guardia Civil de los manejos de unos y otros. Y cuando lleguen los testigos y las pruebas periciales la fiscalía asegura que demostrará los manejos de Zohuier con la policía para despistarla antes y después de los atentados. Manejos que cultivó también con abundancia con “El Mundo” y el diputado del PP Jaime Ignacio del Burgo, quien intentó regalarle una comparecencia en el Congreso de los Diputados, cuando fantaseaba con la teoría de la conspiración. Porque este dicharachero cambia de registro con frecuencia. El fiscal ha denunciado como tras 5 comparecencias ante la Policía y 8 ante el juez del Olmo ha cambiado varias veces el sentido de sus respuestas. Ha dicho hoy que su vida es “hachís, fiesta y discoteca” pero se ha pasado y mucho del listo que no es: como delincuente y como declarante
Si (
No(
