El enfrentamiento
Ségolène- Aubry es la expresión no sólo de una lucha de “
egos”, sino de dos concepciones diferentes de lo que debe ser el Partido Socialista.
El voto socialista muestra en el fondo que ni Aubry ha ganado, ni Ségolène ha perdido. Ha mostrado que la consigna
“lo que sea, salvo Ségolène”, de sus adversarios, no ha funcionado, pues la ex candidata a la presidencia de la República ha sabido crear una dinámica de apoyo en torno a su candidatura. En el voto previo –el 6 de noviembre-, al desastroso congreso de Reims, que puso a flor de piel las divisiones entre cuatro tendencias o mociones principales, Ségolène Royal (presidenta de la región Poitou Charentes) se impuso como tendencia mayoritaria con el 29,6% de los votos, frente al 25,3% de
Bertrand Delanoe (alcalde de Paris), el 24’6% de Martine Aubry (alcaldesa de Lille) y el 18’9% de Benoit Hamon (tendencia de la izquierda socialista). Royal tenía legitimidad para buscar en el Congreso de Reims una moción de sintésis. Pero no la hubo y
Bertrand Delanoe decidió no presentarse y apoyar a Martine Aubry.
En consecuencia, hubo tres candidatos en la primera vuelta del 20 de noviembre, y de nuevo Ségolène Royal llegó en cabeza, con el 42’51% de los votos, seguida de Martine Aubry (34,70%), siendo eliminado
Benoit Hamon (22,79%). Al no conseguir mayoría absoluta ninguno de los candidatos, las dos mujeres se disputaron así por vez primera en la historia del PSF la jefatura del partido. La aritmética daba favorita a Martine Aubry, sostenida por Delanoe y Hamon, pero los militantes no lo han entendido así y el carisma de Ségolène Royal ha colocado en difícil postura a la que será probablemente futura dirigente del partido, privándola de una clara legitimidad, al jugarse la elección por un puñado de controvertidos votos.
Ségolène Royal, 55 años, Martine Aubry, 58 años, ambas salen de la Escuela Nacional de Administracion, y ambas han sido ministras en varios gobiernos socialistas. Ambas han hecho su carrera política con una fuerte implantacion local , una en Poitou Charentes, la otra en Lille.
Una, Ségolène, tiene carisma de "
presidenciable" –es la primera vez que la prensa
“people” se desplaza a un Congreso socialista- y se alza como
“pasionaria” del nuevo socialismo francés, con un estilo casi místico que disgusta a sus adversarios. La otra, Martine –hija de su papá Jacques Delors- artífice de la ley sobre la semana laboral de 35 horas, es sin duda inteligente, pero no tiene ningún carisma y parece poco probable que sea
"presidenciable". Detrás de su candidatura planean en cambio los apoyos de otros "
presidenciables" socialistas, como
Laurent Fabius, Bertrand Delanoe o
Dominique Straus Khan, más preocupado este último por el momento en recomponer el capitalismo en el FMI que en refundar el socialismo francés. Martine Aubry se ha impuesto por los pelos con el apoyo de todos los viejos
“paquidermos” del Partido Socialista Francés. Nada peor podía sucederle al PSF, pues la dinámica del voto en favor de Ségolène Royal muestra que hay una profunda necesidad de renovar los métodos de funcionamiento de la organización. Ségolène quiere un partido más al estilo americano en torno a un líder, y propone bajar el precio de la cotización y hacer entrar a las jóvenes generaciones en los puestos de dirección. Aubry, en cambio, defiende la organización colectiva, el buró político contra el líder. El viejo aparato con Aubry a la cabeza ha resistido, pero está al borde de la debacle, pues en sus filas ningún
"presidenciable" podría ganar hoy frente a Ségolène. Poco separa, en cambio, de un punto de vista ideológico a las dos mujeres socialistas. Ambas critican la política de Sarkozy y reclaman mayor justicia social frente a la grave crisis económica. Pocas propuestas concretas y creíbles, sin embargo, aporta hoy el Partido Socialista Francés a los desafíos de la globalización económica y de la crisis, frente a un Nicolás Sarkozy que ha sabido con su demagogia ocupar la derecha y el centro, atrayendo incluso a personalidades de la izquierda a su redil.
Es una lástima que el Congreso de Reims haya discutido más del partido que de las ideas el partido, pues la realidad es que el PSF se encuentra hoy ideológicamente atrapado en un "
triángulo de las Bermudas" entre el
"derechista" Sarkozy, el "
centrista"
Francois Bayrou y la "
extrema izquierda" de
Olivier Besancenot, más comunistas y ecologistas, a los que se ha añadido ahora el senador socialista
Jean Luc Melanchon, que ha fundado su partido de izquierdas y abandonado la nave socialista a la deriva, tras el Congreso de Reims.