www.diariocritico.com
Ganamos mucho pero perdimos bastante

Ganamos mucho pero perdimos bastante

miércoles 03 de diciembre de 2008, 18:14h

A más de una semana de las elecciones regionales y ya con la cabeza lo suficientemente fría como para reflexionar con total serenidad, bien vale la pena hacer un balance objetivo del reciente proceso comicial que vaya más allá del número de votos y gobernaciones conquistadas de lado y lado. Esto bajo el entendido de que lo que ganamos y perdimos en esta contienda no sólo se puede medir y valorar desde la perspectiva estrictamente numérica.

Empecemos sin embargo por lo obvio. Está claro que hubo un avance sensible de las fuerzas democráticas y una pérdida de terreno equivalente del lado oficialista. Recuperar Miranda y Carabobo y ganar Táchira y el Distrito Metropolitano, constituyen importantes victorias, que además constituyeron derrotas de personajes muy emblemáticos del régimen como Diosdado Cabello. Esta dinámica sigue impulsando una tendencia favorable que arrancó el año pasado con la derrota del Proyecto de Reforma y que tiene tres nuevos rounds en 2009, 2010 y 2012.

No obstante, queda claro también que el chavismo está muy lejos de ser una fuerza moribunda, que el Gobierno seguirá controlando la mayoría de las gobernaciones y que el PSUV sigue siendo el partido más grande del país. Nadie tiene por qué ofenderse porque esto sea reconocido. Esto es simplemente una realidad y hay que saber administrarse frente a ella.

Ahora bien, más allá de esto, creemos que del lado opositor perdimos bastante a su vez. Tanto desde el punto de vista cuantitativo como cualitativo. En cuanto a los números, porque efectivamente nos quedamos con los crespos hechos en varias gobernaciones, pero fundamentalmente porque el oficialismo ganó en 270 alcaldías, es decir, en 80% de las que estaban en juego. Y en cuanto a lo cualitativo, porque retrocedimos varias décadas en cuanto a nuestro comportamiento electoral y convertimos en sal y agua conquistas trascendentales de nuestra democracia.

Respecto a las gobernaciones y alcaldías perdidas, bien valdría la pena escudriñar bien las verdaderas causas de la derrota en el estado Sucre, por ejemplo, pero en casos como el de Barinas y Bolívar no hay mucho que analizar. Se perdieron porque UNT y PJ no quisieron retirar a sus candidatos respectivamente a pesar de que sabían que no tenían ningún tipo de chance. La verdad es que las disculpas a posteriori no enmiendan el terrible daño causado. Así como tampoco vale alegar la amistad para haber intentado manipularnos de manera tan descarada como lo hizo el director de un canal de TV en cuanto a las alcaldías de El Hatillo y Chacao, y quien además aplicó el ventajismo mediático sin ambages desde  la precampaña para favorecer a sus candidatos.  

Pero el caso de las alcaldías es más patético aún. Unas ciertamente se perdieron por falta de unidad, pero otras se perdieron porque la "UNIDAD" se equivocó de cabo a rabo con el candidato escogido. Esto lo denunciamos públicamente el 25 de julio y muchos nos aconsejaron que nos quedáramos callados o nos criticaron por haberlo dicho, pero la verdad es que buena parte de las alcaldías y todos los cargos legislativos se repartieron a dedo entre sólo 5 partidos, y eso no podía sino traer derrotas. Pongamos dos ejemplos de esto: en el municipio Andrés Bello del estado Miranda, el candidato Alfredo Rengifo, apoyado solamente por URD y 7 partidos minoritarios más, obtuvo 2.287 votos, frente a los escasos 850 votos que obtuvo el candidato "unitario" Alí Pacheco, apoyado por UNT, PJ, AD, COPEI y el MAS.  Igual pasó con Julián José Bigott en la alcaldía de Guanare, quien triplicó como independiente a José Pérez Oraá, abanderado de la "UNIDAD" de esos mismos partidos. ¿Quiénes tenían más chance y debieron ser consecuencia los candidatos unitarios?

Plantándonos ahora en otro terreno, pensamos que hubo serias involuciones en el aspecto del comportamiento electoral de los ciudadanos. Lamentablemente la gente se entubó mayoritariamente asumiendo las chuletas de los "grandes" partidos como las únicas posibles sin mirar para los lados, aunque se tratase de cargos o sitios donde no había riesgo de perder según la acera donde uno se encuentre. El grueso de la población compró el tubo de la "Unidad", aunque fuera excluyente y de mala calidad, o del PSUV, aunque fuera autoritario, sin hacer mayores consideraciones.

Muchos razonan que simplemente esto era electoralmente lo más eficiente. Puede que así sea. Sin embargo, esta conducta implica, sin duda, un retroceso sensible desde muchos puntos de vista. Por ejemplo, después de haber luchado tanto por la nominalidad del voto, hemos vuelto a la votación por colores y a los tubos partidistas. La inmensa mayoría votó a los cargos legislativos sin saber por quién estaba votando, sin tomar en cuenta cualidades y sin haber evaluado propuesta alguna.

También lamentamos de manera especial la increíble actitud de buena parte de la clase media frente al proceso de votación. Simplemente asumió que el proceso era difícil y por ello, a pesar de que es mayoritariamente profesional, maneja internet, usa cajeros automáticos, tiene aparatos digitales, etc., prefirió que las maquinarias políticas le entregaran el trabajo hecho para sólo repetirlo frente a la pantalla de votación, en vez de hacer con conciencia su propia chuleta, sobre todo en aquellos sitios donde pudieron haber escogido mejor sin poner en riesgo la victoria de su sector político. Este es para nosotros el hecho más significativo de esta contienda y la principal reflexión que guardamos para futuras campañas.

 Por último está el tema de la legitimación de las morochas por parte del sector de la oposición que se arrogó la marca "UNIDAD". Con esto se acaban las minorías organizadas del país y la posibilidad de que surja algún nuevo proyecto político en Venezuela. En términos prácticos, el que no se pliegue al PSUV por aquel lado, o a UNT y PJ por este lado, no podrá dedicarse a la política con alguna expectativa de éxito. Esto no sólo viola la  Constitución, sino que es políticamente muy dañino e inconveniente para el sistema democrático en general.

Tenemos mucho que aprender como pueblo y más aún que corregir como oposición. No podemos seguir defendiendo la democracia al tiempo que fomentamos y/o aceptamos ser antidemocráticos, tanto puertas adentro como ocurrió con la exclusión y el sectarismo en los pactos de "Unidad", como puertas afuera como ha ocurrido con esto de la supresión consciente de la representación proporcional de las minorías. De hecho, frente a esto último bien valdría la pena preguntarse: ¿Es que acaso se nos olvida que nuestra lucha de estos años ha sido básicamente por sobrevivir y reivindicar nuestros derechos como minoría política frente a la mayoría oficialista? 

cipriano.heredia@gmail.com
www.visionemergente.org.ve

 

¿Te ha parecido interesante esta noticia?    Si (2)    No(0)

+
0 comentarios